Las olas de violencia desatadas desde el 18-O, protagonizadas por jornadas de saqueos, incendios, barricadas, heridos, etc., están yendo mucho más allá de la mera violencia.
Hablamos, realmente, de un terremoto económico. Según el Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec) se registró una caída de -3.4%, y que terminó por superar al mismo índice medido el mes de marzo de 2010.
En aquella oportunidad, el terremoto deterioró nuestra economía a un -2.8%.
Este grave quiebre explica porque existen más d 15 mil Pymes afectadas, las largas filas en búsqueda del cobro del seguro de cesantía, debido a que 66 mil personas ya perdieron sus trabajos. Nuevamente terminarán pagando la boleta del desorden romantizado los más pobres
¿Todavía se cree, ingenuamente, que la violencia en las calles no está afectando a las personas?
Lo que se requiere, en un primer orden, es que exista orden público y que el Estado de Derecho rija con todas sus letras.
No hay espacio para menos, una recesión económica está a la vuelta de la esquina.
Deudas de demandas sociales
La inclusión y el desarrollo del aprendizaje de nuestros niños es también un hecho al que hay que gestar, mirar y responsabilizarse en miras a un mejor desarrollo de la humanidad y nuestro país.
Deuda también histórica que en el marco de las demandas sociales ha tenido poca visibilización.
Padres con niños de diagnósticos diversos como Autismo, Síndrome de Down, etc., han convocado a marchas desarrolladas en contextos familiares que en resumen implican una mirada al sistema de salud y de educación que los incluya, facilite el acceso farmacológico y terapéutico e implemente medidas concretas en estos aspectos.
José Luis Trevia
Fundación para el Progreso
Claudia Figueroa
Unab