Iquique salitrero en los buenos tiempos del salitre lucía una bahía muy concurrida por veleros de diversas banderas, con nombres curiosos que se fueron haciendo conocidos, con tripulantes que hablaban idiomas extraños. Una espectacular fotografía de 1918 muestra el impresionante panorama de la rada adornada de numerosísimos clípers con su velas plegadas. Mayoritariamente transportaban carbón y retornaban con salitre al Viejo Continente, especialmente. En su trayecto desde puertos europeos, atravesando el Atlántico, se internaban en el pacífico, debiendo cruzar el famoso y temible Cabo de Hornos, en un área de muy difíciles condiciones climáticas. Frecuentemente quedaban con graves averías que obligaba a los veleros a repararlas en Port Stanley (Islas Malvinas) y Montevideo (Uruguay), otros naufragaban en esos peligrosos parajes marítimos. Resuelta esa situación enfilaban nuevamente con destino a Iquique. Las labores de desenbarque y embarque originaba un intenso movimiento en las bodegas, muelles y lanchas. La bajada de los marineros a tierra animaba el ambiente de bares y casas de remolienda. Muchos desertaban.
Con el transcurso del tiempo ese panorama de la bahía fue cambiando con la progresiva desaparición de los clípers reemplazados por los vapores. Desapareció la magia de la navegación a vela vía Cabo de Hornos. Los tripulantes de los veleros solían hacer noticia con amotinamientos a bordo contra sus capitanes. Intervenía la autoridad con apoyo policial, los amotinados eran apresados y sometidos a una Corte Naval inglesa o alemana cuando estos eran súbditos de S. M. Británica o de Alemania imperial. Había un médico de bahía para atender casos de enfermedades contagiosas a bordo. El buque podía quedar en cuarentena.
Frecuentemente se producían lamentables accidentes a bordo de clípers franceses de la Casa Bordes, en perjuicio de trabajadores por la negligencia de los capitanes al no llevarse una ordenada y cuidadosa conducción de las faenas, situación que ocasionaba la protesta de nuestros trabajadores y comentarios críticos en la prensa local.
Las faenas marítimas eran lentas, por lo tanto los barcos a vela permanecían muchísimos días en la bahía, tiempo que podía incrementarse con motivo de bravezas de mar. No había trabajo para la gente de mar iquiqueña. Era la "Huelga de Don Pacífico"; los paros de los cargadores, estibadores y lancheros. La Primera Guerra Mundial (1914-1918) dejó varios veleros y vapores alemanes internados en la bahía. Muchas historia se forjaron en ese tiempo de estadía forzada.
Mario Zolezzi Velásquez