La crisis de confianza
Aunque los cuestionamientos partieron mucho tiempo antes, la crisis de octubre también evidenció la necesidad de contar con autoridades políticas y administrativas altamente comprometidas con la ética, la ciudadanía y la transparencia.
Tras varios casos de corrupción que golpearon fuerte al país, la fe pública se desgastó a tal punto que los niveles de confianza quedaron por el suelo, incubando de paso una peligrosa apatía electoral que finalmente compromete el rol fiscalizador que los mismos ciudadanos tienen en las urnas. En definitiva, pocos votan y pocos creen. Una mezcla que afecta duramente al país y a sus instituciones.
Sin embargo, para una parte de la clase política esto no ha sido suficiente y de cuando en vez se terminan por revelar situaciones que no solo se apartan del correcto desempeño de la función pública, sino que se relacionan derechamente con el ámbito delictual.
Lamentablemente, Tarapacá no ha sido la excepción e incluso varias autoridades (sobre todo del ámbito municipal) permanecen hoy imputadas y privadas de libertad por delitos de distinta naturaleza. A las investigaciones de fraude al fisco y cohecho, ahora se suma el caso de un concejal de Camiña que fue detenido y formalizado como presunto líder de una banda delictual dedicada al tráfico de drogas.
Aunque este y otros casos penales están en etapa investigativa y todavía no existe una sentencia judicial, es preocupante que autoridades electas terminen envueltas en tan cuestionables actos.
En medio de la crisis social y sanitaria por la que atraviesa el país, es necesario que se hagan todos los esfuerzos para que la función pública recupere la confianza ciudadana. En ese sentido, es indispensable que el Estado y la clase política fortalezcan sus herramientas para combatir la corrupción y logren alejar de sus filas a quienes, además de quebrantar la ley, juegan con la fe pública.
La confianza es uno de los conceptos fundamentales para la vida social. Todas las relaciones se sustentan en la confianza y cuando esta falla se pone en riesgo toda la estabilidad del sistema.
"Es indispensable que el Estado y la clase política fortalezcan sus herramientas para combatir la corrupción".