Cuarentena en Tarapacá

Las ciudades de Iquique y Alto Hospicio se encuentran bajo cuarentena desde el 15 de mayo y mucha gente, con razón, se pregunta el por qué no logramos salir, nadie hasta ahora ha señalado una respuesta clara, lo cual hace que surjan distintas teorías al respecto. No se entiende, pues nuestro promedio de positividad es de un 6% y el número de camas críticas en el hospital ya está controlado y bajando. Solo nos queda una hipótesis, el peligroso número de migrantes que entran al país de manera ilegal, con un promedio de un 25% de positividad, frente a lo cual el gobierno regional se ve en la obligación de ingresarlos a una residencia sanitaria.

El problema de esta larga invernación la pagan principalmente las pymes, quienes ya venían muy afectadas desde el estallido social a lo cual han debido sumarle que desde mayo no han podido trabajar, lo que significa que no han podido generar ingresos para pagar a sus trabajadores, impuestos, arriendos y otros compromisos. Lo mismo pasa con otros sectores de nuestra economía como el sector turístico, Zofri, taxistas, etc. A lo anterior, debemos recordar que precisamente son las pymes las que generan cerca del 70% de los empleos en nuestro país.

El gobierno ha decretado una serie de medidas que han ido en ayuda de las personas, pero nada ha sido suficiente, solo el permitirles volver a trabajar, por cierto con todas las medidas sanitarias, podrá salvar sus emprendimientos.

El viernes recién pasado vimos como ellos salieron a manifestarse precisamente para pedir que los dejen volver a trabajar y así tener alguna posibilidad de sobrevivir. Yo comparto con ellos esa petición, creo que es necesario se comience a retomar la normalidad de la economía.

El Gobierno ha hecho esfuerzos, hoy tiene un déficit fiscal de un 10%, es decir, ya no hay mas recursos públicos, por lo cual debe poner todos sus esfuerzos en reactivar la economía y generar empleos. De hecho, anunciará una importante ayuda en subsidios al trabajo, pero la región si sigue en cuarentena no podrá optar a ellos. Hoy si uno recorre la ciudad de Iquique y Alto Hospicio puede observar un flujo casi igual al de situaciones normales, es decir, al parecer solo el comercio llamado no esencial es el que está cerrado, pero las calles están absolutamente llenas y concurridas sin fiscalización alguna. A través de estas líneas, quiero recordarle al Gobierno que Tarapacá es parte de Chile y deben tomar en forma urgente las medidas necesarias para solucionar el tema de los migrantes ilegales y se nos permita salir de esta excesiva cuarentena, que claramente no es responsabilidad de los tarapaqueños quienes si están sufriendo sus consecuencias.

"El Gobierno ha hecho esfuerzos, hoy tiene un déficit fiscal de un 10%, es decir, ya no hay más recursos".

Luz Ebensperger,, senadora por Tarapacá

Cuando estamos a menos de un mes del plebiscito constitucional.

¿Cuántas chilenas y cuántos chilenos, optarán por la opción apruebo o rechazo, después de (sin antes) leer completa la actual Constitución, más allá, pero muchísimo más allá de sus habituales idearios políticos partidistas que habitualmente abrazan?

¿Cuántas chilenas y cuántos chilenos, a menos de un mes del plebiscito, acudirán a votar, asignándole peligrosamente a la Constitución el carácter de una verdadera y literal panacea, la solución a todos sus problemas, por domésticos que sean, situación muy compleja, considerando que ningún político, o de los llamados expertos, incluso autoridades, no demuestran tener mucho interés en aclarar estas grandes expectativas que muchos tienen, y de sobremanera, porque bien saben, las chilenas y los chilenos, pero muy bien, por las devastadoras experiencias en vivo y en directo vividas, tan solo unos meses atrás, lo que podría llegar a ocurrir, cuando no se cumplan plenamente todas las expectativas, muy bien sembradas, irresponsablemente, durante el proceso constitucional, previo al plebiscito? ¿Cuántas chilenas y cuántos chilenos, a menos de un mes del plebiscito, habrán leído y comprendido la actual Constitución, para votar informados y de cuáles son los reales alcances de su crucial decisión personal? ¿Cuántas chilenas y cuántos chilenos?

Luis Enrique Soler Milla

El informe presentado recientemente por Naciones Unidas sobre Venezuela, deja al país en el primer plano del escenario internacional. No obstante, no es la primera vez que este organismo alerta sobre la violación de los derechos humanos en el territorio venezolano. Ya en 2019 se había presentado un informe que también dio cuenta de las ejecuciones extrajudiciales, desapariciones, casos de torturas, persecución política, incluso, de la violencia de género, que se comete hacia el pueblo venezolano, con la participación de los organismos de seguridad del Estado.

La forma y los fondos políticos con los que generalmente se aborda el caso venezolano en Chile, se condicen poco con la evidencia internacional sobre los crímenes cometidos por el régimen de Maduro; más bien, se observa una instrumentalización y una politización polarizada de esta crisis humanitaria, a favor de las dicotomías del eje derecha - izquierda. Desde los sectores de derecha, se levanta un discurso sobre Venezuela en torno al concepto del "Chilezuela". Se alude al miedo porque "la constituyente conduce hacia ese camino", y se dice que la izquierda chilena apoya a la izquierda de Maduro. Mientras algunos sectores de izquierda, utilizan la crisis venezolana para reprochar la opacidad histórica de sectores políticos que no han condenado la violación a los derechos humanos ocurridos en Chile, incluidos, los hechos de represión del estallido social del 2019.

Parte del problema, es que ninguno de los ejes (izquierda - derecha) se pregunta, en tanto comunidad internacional y actores públicos ¿cómo contribuimos a una salida democrática en Venezuela?

No se busca, genuinamente, comprender y ayudar a superar la tragedia del pueblo venezolano con la seriedad que merece. No es un asunto de ideologías políticas, es un tema ético y humanitario, que por cierto, en algún sentido, está en muchas partes del mundo, incluido Chile, donde viven cerca de medio millón de venezolanos, que han llegado escapando de la crisis.

Condenar la violación de los derechos humanos en Venezuela, es condenarla en cualquier lugar del mundo, especialmente en Chile; no hay contradicción alguna en este hecho, empero, seguir hablando de Venezuela, cuando se quiere hablar de Chile para sumar o restar votos, no es la forma de contribuir, ni a los asuntos políticos nacionales en el contexto constituyente, ni al debate de la democracia en la región. Menos, aporta a la comunidad venezolana.

Para destrabar la polarización del "Chilezuela" y contribuir a una reflexión que reivindique a la democracia y al rol del Estado en su papel de garante de los derechos fundamentales de todos los seres humanos, independientemente de sus preferencias políticas, es necesario decir, sin matices, y con la claridad ética que deriva de la evidencia, que en Venezuela no hay un gobierno de izquierda. Nicolás Maduro, encabeza una dictadura que ha destruido la institucionalidad democrática en el país, dejando al pueblo venezolano en la más absoluta indefensión.

Neida Colmenares

Directora de Ciencia Política, UCEN