OPINIÓN
Accesibilidad universal como cambio cultural
Todo cambio cultural requiere de acciones concretas en tres líneas de intervención: formación, sensibilización y obligatoriedad de cumplimiento.
En lo que respecta a la accesibilidad universal, la ley 20.422, que establece normas sobre igualdad de oportunidades e inclusión social de las personas con discapacidad y el Decreto Supremo 50, que, instruye las condiciones de accesibilidad que deben incorporar los entornos y edificaciones de uso público en el país, hacen su trabajo en lo que a obligatoriedad se refiere. Pero es insuficiente. Porque aún cuando la ley obligue el cumplimiento de un cambio, ese cambio dejará de ejecutarse ante la ausencia de fiscalización o denuncia, si no ha sido internalizado como necesario y deseable. La fiscalización puede verificar radios de giro en un baño, anchos libres en el vano de una puerta o la altura y profundidad de un mobiliario. Pero no puede asegurar ni modificar las intenciones de bien común de quien diseña, construye o decide invertir para edificar. Por eso son necesarias la formación y la sensibilización.
A pesar de que el D.S.50 se promulgó en el año 2016, hasta hoy, ninguna escuela de arquitectura en Chile, ha incluido en su malla curricular de pregrado, el curso de accesibilidad y diseño universal. Es un conocimiento especializado impartido como diplomado por la Universidad Católica, única universidad en el país y Latinoamérica, que lo hace. O como cursos acotados dictados por distintas entidades privadas que trabajan en el área. Tampoco es parte de los contenidos escolares para sensibilizar las futuras generaciones.
¿El resultado de esto? En marzo del 2019, vencieron los tres años de plazo que la ley entregó para que todos los espacios de uso público construidos desde el año 1994, se adecuaran a los requisitos demandados por la accesibilidad universal. El porcentaje de cumplimiento es bajísimo. Y esto ocurre porque el diseño universal se ha planteado como un desafío adosado a la arquitectura, no, una condición de ella. Es la muestra de que la formación y la sensibilización han estado ausentes. El cambio cultural requiere incorporar la diversidad como un valor, no como una dificultad. Así, dejaremos de pensar que estamos beneficiando a alguien más, desconocido y que es minoría. Sino a nosotros mismos. Y entenderemos, que no habrá inclusión, ni igualdad de oportunidades ni participación, para todos nosotros, sin entornos accesibles.
"El cambio cultural debe incorporar la diversidad como un valor".
Gissel Godoy Riquelme, Arquitecta-MBA