Defender la institucionalidad
Diversos factores en el último año han ido afectado la institucionalidad en Chile, una de las grandes fortalezas que hace que el país se destaque por sobre sus pares de la región y lo que también ha contribuido a que la actual crisis sanitaria no esté golpeando de manera tan dura como sí lo ha hecho con nuestros vecinos.
El desprestigio de la política nacional es, sin duda, uno de los factores que ha incidido en este debilitamiento de la institucionalidad, lo que ha permitido que se instalen liderazgos, que a través de medidas populistas, buscan recuperar la falta de apoyo de la ciudadanía.
La clase política actualmente sufre de un enorme desprestigio y es apuntada por muchos como una fórmula para obtener poder y beneficios particulares, lo que evidentemente no solo le hace mal a esa actividad, sino que al país entero.
Ayer, el exsenador Jaime Orpis fue condenado por delitos de cohecho y fraude al Fisco por financiamiento irregular de campañas políticas. Además, el mismo tribunal emitió veredicto condenatorio por el ilícito de cohecho contra la exdiputada Marta Isasi.
De esta forma, los otrora parlamentarios por Tarapacá son también parte de ese desprestigio que hoy vive la clase política, luego que la investigación evidenciara prácticas por muchos sabidas pero que eran tácitamente permitidas.
En la actualidad, existe una mayor exigencia de probidad para quienes desarrollan una labor política, pero bajo ninguna mirada debiera ser una excusa para acabar con la institucionalidad.
Los partidos políticos son fundamentales para dar gobernabilidad en una democracia y por ello se debe apuntar a fortalecer su función, lo que además permite evitar el surgimiento de populismos que tanto daño han hecho a la política latinoamericana.
Es importante que el mundo político reflexione y materialice acciones que permitan a la ciudadanía retomar la confianza en las instituciones, algo clave en toda sociedad democrática.
Como en cualquier grupo humano siempre existirán personas que transgredan las normas, no obstante, las instituciones deben mantenerse, mejorarse y no destruirse.
"El desprestigio de la política nacional es, sin duda, uno de los factores que ha incidido en este debilitamiento de la institucionalidad".