Las casi tres décadas como conductor de los intendentes
Carlos Gallardo se jubila este año guardando los mejores recuerdos de su labor con los jefes regionales.
La Seremi de Gobierno fue su primer trabajo en el servicio público y de ahí pasó a ser el conductor cuasi sempiterno de los intendentes. Este año Carlos Gallardo se jubilará tras casi tres décadas conduciendo a las máximas autoridades regionales.
El año 1986 entró a la Secretaría Regional Ministerial de Gobierno, donde estuvo hasta 1996. Arica e Iquique eran una sola región y la autoridad debía trasladarse por un territorio mucho mayor al de hoy. En marzo cumple los 65 y en junio dejará de ser funcionario público.
Estando en la Seremi comenzó a hacer reemplazos como conductor del intendente, partiendo con Nelson Garrido, el primero tras el retorno democrático. En ese tiempo Ismael Vergara era el conductor titular, a quien recuerda como "un muy buen hombre, responsable".
Entre 1997 y 2002 siguió como reemplazante, sin embargo, fue bajo la gestión del intendente Patricio Zapata cuando se oficializó su titularidad al mando de los autos de la Intendencia, luego de postular a un concurso.
El intendente Zapata asumió y él le contó que le había conducido a su antecesor. Lo probaron una semana. Recuerda que viajaban a Arica los miércoles por la noche y volvían sábados o domingos.
"En Arica él me dice que pasaré a ser su conductor titular. Para mí fue un gran logro que me hayan ratificado", dice.
A UN PRESIDENTE
No solo le condujo a intendentes. Cuenta que una vez llevó al Presidente Eduardo Frei (1994-2000) de Huara a Pozo Almonte. "Fue una experiencia muy hermosa. Aunque le conduzca una cuadra a un Presidente a uno lo marca. Para todo esto hay un protocolo y que me hayan dado la confianza para conducirle desde Huara hasta Pozo Almonte me quedó marcado. Lo único que recuerdo es que me subieron a una van y me dijeron 'usted le va a manejar al Presidente'. Todo esto viene planificado de Santiago, pero de repente no se pensó en que el Presidente podía decidir irse por tierra", confiesa Carlos.
En ese pequeño tramo el Presidente solo le preguntó su nombre, pues asegura que su labor no consiste en buscar la conversación con quienes van en el vehículo.
"Uno como conductor de autoridad no conversa, a no ser de que la autoridad pregunte algo. Bueno, esa siempre fue mi política de trabajo. También le conduje a un embajador de Estados Unidos en Chile, Gabriel Guerra Mondragón", comenta.
Lo mismo ocurre a nivel político, siempre neutral. "Toda persona tiene su pensamiento, pero desde chico me forme así. No me importó en mi niñez lustrar zapatos en la Plaza Prat o vender helados en el Teatro Nacional. Hice el servicio militar donde se forjó algo más disciplinado, pero nunca incliné mi balanza para ningún lado. Yo sabía que tenía que trabajar y quería hacerlo bien, ajeno al pensamiento y con la máxima confianza. Nunca se filtró nada. Conversaciones, de todo, pero de mi boca nunca salió nada hasta el último día que trabajé y nunca van a salir tampoco. Con ninguno tuve algún problema, nunca jamás. Sigo manteniendo contacto con algunos, porque ellos supieron cómo era yo y cómo seré hasta el final de mi vida", comenta.
Carlos afirma que para este trabajo, como todos, hay que tener "cuero de chancho". Aunque cuenta que los intendentes nunca le llamaron la atención por suciedad en el vehículo ni por una mala presentación personal, es el entorno de las autoridades el que a veces se complicaba. "Hay personas que son envidiosas o insidiosas. No falta la desidia", dice.
"Nunca incliné mi balanza para ningún lado. Yo sabía que tenía que trabajar y quería hacerlo bien, ajeno al pensamiento y con la máxima confianza".
"Dejé a mi familia durante todos los años en que fui funcionario de Estado desde el año 86 hasta junio de 2021".