OPINIÓN
Diablada
¿Por qué los diablos tienen que ser hombres? Le pregunta una joven a su padre mientras desayunan. Él le responde que las mujeres solo pueden ser chinas. Que siempre ha sido así. Este es el diálogo que da inicio al tráiler de "Diablada". Una película chilena que se estrenará próximamente en mayo y que expone una adaptación al caso de las violaciones y asesinatos cometidos en contra de 14 jóvenes mujeres en Alto Hospicio. La mayoría de ellas eran adolescentes, algunas casi niñas.
Las locaciones de la grabación, muestran el desierto como el escenario de los horrorosos hechos. Uno inhóspito y solitario que nos pone a merced del desamparo y los monstruos invisibles, pero reales, que habitan en él. Una feroz metáfora de lo que es el mundo para una mujer.
Con las imágenes de la síntesis de "Diablada" mi mente voló 20 años atrás. La reciente separación de mis padres, había dejado estragos en las finanzas familiares. Yo estudiaba una carrera carísima, totalmente incompatible con el presupuesto que disponía así que me dispuse a sobrevivir combinando distintas estrategias. Una de ellas, era tomar trabajos esporádicos con los que me pagaba la matrícula y un buen par de zapatillas anuales para caminar. Desde el Agro a la universidad y viceversa. Cuando las clases terminaban tarde, tomaba mi perfil de 60 centímetros y caminaba con él. Una regla metálica con la que, en la Escuela de Arquitectura, cortábamos cartones piedra, pero en la calle, blandía a modo de sable mientras avanzaba. Siempre conté esta historia como una hazaña de mi juventud de la que me sentía orgullosa. Pero hoy reflexiono, ¿por qué para sentirme un poco más segura en la calle, debía exponer constantemente que estaba dispuesta a defenderme si alguien decidía atacar?
Recuerdo que, allá por el 2001, tuve que ir al hospital. Llegué justo después de que habían tomado pericias radiológicas a los restos de las niñas de Alto Hospicio y mis ojos se cruzaron con los de los del padre de una de ellas. Nunca había visto tanto dolor en un rostro. Volver a esa escena, me hace preguntar ¿no es acaso el derecho básico de una persona, caminar sin miedo al ultraje y la muerte? Recordar esa mirada, responde mi pregunta con un rotundo "no".
Porque estas profundas pérdidas demuestran que las mujeres seguimos privadas de seguridad. Y que si, además de ser mujeres, somos pobres, nuestras desapariciones serán enlodadas con presunciones de abandono de hogar, uso de drogas y prostitución. Es una tarea urgente, garantizar nuestro paso por el mundo, siendo libres y no valientes. Porque ninguna mujer debería vestirse de diablo para caminar segura a casa. Porque llegar vivas a nuestros hogares, debería ser tan natural como respirar.
"Una feroz metáfora de lo que es el mundo para una mujer".
Gissel Godoy Riquelme Arquitecta-MBA