OPINIÓN
El valor del riesgo
El desarrollo humano está enmarcado por el logro de cientos o miles de personas que quedaron en la Historia. Sin embargo, por cada gran acierto existen cientos o miles de intentos fallidos que quedaron en el olvido (y algunos que no). La ciencia no es la excepción, donde existen innumerables ejemplos de hipótesis o ideas que fueron completamente descartadas y genios de nuestra historia que no están para nada libres del fracaso.
Revisitando la historia podemos pensar en grandes nombres, como Nikola Tesla: Gran genio y visionario muy respetado en la actualidad. Sin embargo, varios de sus proyectos no tuvieron los resultados esperados, como el Rayo de la Muerte y su mecanismo de transporte de energía inalámbrico, el cual terminó dejándolo en la ruina. Tenemos también a Johannes Kepler, creador de las leyes del movimiento planetario, con su lucha interna entre sus creencias y los resultados de su propio trabajo que lo llevaron varias veces por un camino más hacia el oscurantismo. Incluso Issac Newton no se libra del fracaso con su obsesión por la alquimia y los secretos de la piedra filosofal. Del mismo modo, Albert Einstein se equivocó al dejarse llevar por sus propias aprehensiones sobre cómo debía ser el universo, yendo en contra de la Mecánica Cuántica y la Expansión del Universo.
Es inevitable pensar que el error y el fracaso son dos elementos inseparables, incluso llega a ser algo inherente al método científico. En investigación, tanto teórica como aplicada, la innovación es algo crucial, lo que lleva constantemente al error (Popper señala que la ciencia avanza por aciertos y errores). El desarrollo del conocimiento y las nuevas tecnologías necesita del error para evolucionar. El trabajo conjunto y el compartir la información sobre los "malos resultados" nos encamina al éxito. Es por ello, que una adecuada inversión en ciencia y tecnología, junto a una colaboración constante entre expertos e instituciones, es más que necesaria en Chile.
Esto puede extrapolarse a otras cosas, como la educación, la familia o incluso la política. Dentro de las opciones que tenemos como personas y sociedad está el mantener la estabilidad del statu quo, a pesar de sus problemas y dificultades, o, tomar el riesgo y generar un cambio que pueda resolverlos, sometiéndose a la incertidumbre que produce el miedo al cambio. Sea cual sea el caso, cuando realmente existe un llamado al cambio, vale la pena tener en mente no solo el costo, sino el Valor del Riesgo.
"El trabajo conjunto y el compartir la información sobre los "malos resultados" nos encamina al éxito".
Pablo E. González Villarroel,, astrofísico Universidad de Tarapacá. Explora Tarapacá.