"Lo que hay en Iquique, es un alzheimer patrimonial"
Experto advirtió que existe una altísima fragilidad y múltiples factores de riesgo que actualmente amenazan las casonas de Baquedano, además cree que las autoridades no cuentan con estrategias para poner en valor el patrimonio regional.
Con preocupación y viendo el futuro sin demasiado optimismo, el arquitecto y exdirector del Instituto del Patrimonio de la Universidad Arturo Prat, Bernardo Dinamarca, analizó el actual estado de los espacios públicos y edificios patrimoniales de la ciudad y la región.
Centenarias casonas de Baquedano en completo abandono y con altos índices de fragilidad, la construcción del nuevo edificio de la Contraloría y la falta de estrategias de las autoridades para poner en valor el patrimonio arquitectónico, son problemáticas que generan incertidumbre en Dinamarca, sobre todo por las condiciones en que recibirán las nuevas generaciones estos espacios que la ciudad va heredando.
-Durante la pandemia pareciera que también se descuidó el patrimonio de la ciudad y sus espacios públicos, ¿es así?
- Yo diría que son dos cosas distintas, una es que el patrimonio siempre ha estado descuidado y poco valorado, eso es porque a las generaciones que les corresponde hacerse cargo del patrimonio no lo han hecho. Y lo segundo, creo que los espacios públicos están para eso, para servirles a las personas, independiente quienes sean, de donde vengan y lo que hagan, siempre y cuando sea en un beneficio propio y que no incurra en afectación a terceros, probablemente han pasado esas cosas por la ocupación que ha habido por los migrantes, pero es una gran oportunidad que tuvo la ciudad de brindar espacios públicos a estas personas que no tienen nada.
-¿Qué le parece la construcción del nuevo edificio de la Contraloría en el paseo Baquedano?
-Bueno ahí se dan todas las condiciones en las cuales hoy en día este 'no hacerse cargo' de lo que está sucediendo con los fenómenos de nuestra identidad. Cosas muy increíble se dan ahí, hay una grúa construyendo el nuevo edificio de la Contraloría y eso demuestra una diferencia tremenda con la historia, porque Baquedano se construyó a pulso. Entonces lo que se va a construir en verdad, va a ser una fachada que intente maquillar algo de Baquedano, pero en el sentido estricto de lo que podría ser respetar el valor que tiene este patrimonio, no va a pasar.
-¿Tiene que ver con el poco compromiso de las autoridades?
-Uno debiera agregar valor al patrimonio, es un deber de contemporaneidades, tú no puedes recibir una herencia y traspasarla a la generación siguiente sin haber aportado algo a esa herencia.
Obviamente no hay una estrategia que permita tener una visión general y que permita armar una posible forma de aportar agregando valor contemporáneo, un valor de uso, valor incluso económico, poder proyectarlo hacia adelante con un valor sostenible.
-¿Y cree que eso pueda pasar?
-Eso no puede suceder acá, porque son tantos los daños y tan poco los apoyos que hay a la cultura y el arte, que el patrimonio está siendo, finalmente una imagen que muchos no comprenden. Lo que hay en Iquique es un alzheimer patrimonial.
-¿Qué tanto podría influir la actualización del plano regulador en la protección del patrimonio?
-Muchísimo, porque es posible poner las ideas en la discusión, probablemente debiera existir una preaprobación o una posibilidad de que la comunidad, que son los que tienen importancia en temas de patrimonio pudieran aportar y no lo que pasó ahora, que se encuentran con un resultado y tienen que salir a decir que no les parece (por el nuevo edificio de la Contraloría). Creo que un buen instrumento de regulación debiera permitir la participación .
-¿Qué tan frágil es la condición actual de los edificios patrimoniales?, ¿Podría repetirse lo ocurrido con el Palacio Mujica?
-Hay una fragilidad patrimonial latente en Iquique que no tiene hoy día freno. El uso que está hoy día propagándose por las casonas de Baquedano, fundamentalmente los bares, sin ir en contra de las iniciativas que vayan aportando al turismo, es un factor de riesgo, porque no hay un resguardo ni una fiscalización. Siempre hay formas de eludir la fiscalización y también hay formas de que la fiscalización no se haga y que en definitiva producen esta fragilidad. El bar por su tipo de actividad, que produce cocina, donde se fuma o actividades con uso de fuego, absolutamente aumentan la fragilidad.
"El patrimonio está siendo una imágen que muchos no comprenden
"Una gran oportunidad tuvo la ciudad de brindar sus espacios públicos
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