Campamentos
La situación que viven las familias que habitan en campamentos son de precariedad y peligro. No tener una vivienda, o no poder contar con las condiciones para aspirar a una, han llevado a miles de personas a improvisar construcciones de material ligero, sin servicios básicos, en lugares de difícil acceso en su afán de tener una vida más digna.
La mayoría tiene hijos pequeños que deben cursar estudios y durante la pandemia han debido batallar para poder conectarse a las clases virtuales, buscar sitios altos, incluso subirse a las techumbres para tener señal. Han sido momentos difíciles y que no cambiarán mucho en tiempos sin cuarentenas o con menos restricciones.
Es impensable que estas familias hayan decidido por razones distintas a una urgente necesidad estar en un campamento y si bien hay distintos casos en su gran mayoría se trata de personas sin los recursos para poder acceder a un arriendo que en Iquique difícil estén por debajo de un sueldo mínimo.
La realidad indica que son casi 15 mil familias, principalmente en Alto Hospicio, que se han visto en la obligación de vivir en esas condiciones con la esperanza de que en algún momento podrán abandonarla. Algunos ya lo han hecho, pero son pocos, y lejos de disminuir los campamentos siguen aumentando porque la necesidad es creciente, principalmente con quienes llegan del extranjero en busca de una mejor vida.
A la falta de servicios básicos se suman también los difíciles accesos y el peligro de incendios. Por ello se hace muy urgente que existan políticas de Estado más decididas para entregar ayuda a quienes viven en campamentos.
Si bien distintos gobiernos han desarrollado planes para reducir el déficit habitaciónal, sino hay un cambio estructural para el acceso a la vivienda y evitar la acumulación de inmuebles como parte de un negocio que actualmente es muy rentable, difícilmente se pueda lograr erradicar los campamentos.
Además, el ordenamiento territorial y la definición de uso de suelo tienen que estar más en sintonía con la realidad del grueso de la comunidad, sólo así se pueden dar pasos hacia una solución efectiva con quienes hoy viven en condiciones de precariedad.
"El ordenamiento territorial y la definición de uso de suelo tienen que estar más en sintonía con la realidad".