A partir de este siglo XXI, Chile enfrentó un escenario nuevo en cuanto la salud de la población. La desnutrición, que había sido un motivo de lucha extensa para poder superarla, daba paso a otro problema: la malnutrición. Los efectos eran distintos, con el sobrepeso y la obesidad como primeros y preocupantes indicadores.

Fue en este contexto que en el año 2011, la primera dama, Cecilia Morel promovió la creación del Sistema Elige Vivir Sano, con el objetivo de impulsar factores protectores de la salud como la buena alimentación, la actividad física y la vida al aire libre.

Fue en el año 2013, cuando se promulgó la Ley 20.670 que creó el Sistema y la Secretaría Ejecutiva Elige Vivir Sano en el Ministerio de Desarrollo Social y Familia. Esta medida que permitió abordar las políticas de salud con respecto a la malnutrición y alimentación, desde un enfoque social y operar de manera intersectorial, coordinando, con otros organismos del Estado, acciones concretas para promover la salud y el bienestar de la población, explican desde el Gobierno.

Durante estos años, se han logrado algunos avances y resultados. Por ejemplo, el aumento del consumo de frutas y verduras los 7 días de la semana pasó de un 35% a un 40%, entre el 2009 y 2016; y la disminución del gasto de los hogares en la compra de bebidas gaseosas de un 77% a un 74%, entre 2011 y 2017. En cuanto a actividad física y deportiva, se identificó que la población activa físicamente aumentó de un 12,8% a un 18,7%.

Sin embargo, aún queda tarea pendiente. La obesidad y el sobrepeso es una segunda pandemia que enfrenta en país, instalada por mucho tiempo. De hecho, se estima que alrededor un tercio de la población nacional es obesa y más de la mitad presenta algún nivel de sobrepeso, en distintas edades.

No es una tarea fácil. El acceso a la comida saludable, el contar con espacios públicos abiertos y que permitan la práctica deportiva y la promoción de un estilo de vida que se aleje del sedentarismo a la población, son cuestiones que, incluso, tienen que ver con cambios culturales. Y en Arica, hay una gran tarea al respecto.

"El aumento del consumo de frutas y verduras los 7 días de la semana pasó de un 35% a un 40%, entre el 2009 y 2016".

La educación actual es compleja, si se sitúa para generaciones nacidas en el siglo XXI y más aún con el impacto de post pandemia que transformó las formas pre pandemia (Cobo y Pardo, 2020, Reimers, 2020 y 2021). En este sentido, las perspectivas que desarrolla la History Education, explora nuevas formas de enseñar y aprender la historia, cada una concadenada y no separada, aunque ello, ya se discutía en el siglo XX. Esta tendencia señala una cognición propia de la historia, que parte del desarrollo de un vocabulario histórico para llegar a una alfabetización histórica, como forma conceptual para situar al estudiante en el aprendizaje de la historia y el centro de ello, se funda en un aprendizaje de la episteme de la historia, antes que los relatos cronológicos tradicionales que se desarrollaron durante el siglo XIX y XX. Ahora, se parte por la enseñanza del sentido de la historia y su metodología de una forma dialógica y critica, dado que se sitúa a la y el estudiante a comprender las diferentes que han existido y que existen para narrar la historia y esta última palabra es fundamental que es la narración de la historia (Rezende, 2019).

El pensamiento histórico que es una meta a lograr en la enseñanza de la historia (Pagés; 2018), se suma a la conciencia histórica que si bien ya la exponía Raymond Aron (1960), esta se nutre con la cultura histórica que se basa en el conocimiento de la historia, la historiografía y la educación histórica , logrando en eso el aprendizaje histórico desarrollando en ello, no solo un aprendizaje cognitivo, sino también en lo estético y ético, dimensiones que son necesarias para entender la historia y no situarlo a la relativización y se desarrolla con estos puntos la history education.

La forma de enseñar la historia, hoy, debe ser dinámica, sin embargo, la narrativa de esta, no solo escrita, sino mediada por el discurso docente, se basa también en el conocimiento de las fuentes y se despliega la naturaleza de la historia, por lo cual se implementa la enseñanza del sentido de la historia y un aprendizaje que en los saberes actuales de la docencia, se denomina aprendizaje situado.

Las formas nuevas del aprendizaje de la historia, no pasan solo con el almacenamiento de hechos, sin conexión y sincronía, sino que se desarrollan con el pensamiento histórico que contribuya a fortalecer la ciudadanía, la identidad y la toma de decisión, dado que la y el estudiante, se sitúan en su tiempo y se fortalecen al saber que son parte de una historia que se narrará después y aún en el momento.

"La forma de enseñar debe ser dinámica (...) que contribuya a fortalecer la ciudadanía".

Patricio Rivera Olguin, académico Unap

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Pese a los anuncios y buenas intenciones, los migrantes en situación de calle siguen creciendo en plazas y sitios públicos de Iquique. Urge un albergue nocturno, sobre todo en fechas tan especiales como las que se avecinan y donde familias completas duermen en calle.