¿Qué es de él? ¿Ustedes saben algo? ¿Dónde está? ¿Qué le pasó? Se le extraña. Tanta, tantas enseñanzas y, por ende, actitudes y comportamientos atribuidos a él.

Enseñanzas nada alambicadas y que modelaban la conducta y las prácticas desde siempre. Enseñanzas desde las costumbres, desde las prácticas consuetudinarias, tomadas desde distintas fuentes u orígenes.

Es curioso, enseñanzas sin alambicamientos sin supercherías baratas. Enseñanzas sin pizarra ni tiza. Lecciones plenas de dignidad, lecciones henchidas de humanidad.

¿Qué es del sentido común? ¿Cuáles son algunos de sus componentes más significativos?

La armonía, la paciencia, la tranquilidad, el orden, la disciplina, la serenidad, el equilibrio, la quietud, la paz, la equidad, la paciencia, la sensatez, el entendimiento, el sosiego, la morigeración, el tino, la empatía, en fin, la lista puede ser mayor.

¿Qué ha sucedido? ¿Por qué el sentido común no comparece en la cotidianeidad? Permítanme algunas divagaciones. Antes éramos más comunidad, nada perfecta, pero más comunidad, más familia. Insisto, no se trataba de la perfección, pero había más humanidad. Primaba lo que hacía sentido a un grupo de personas, a una familia, a una agrupación, a una mutualidad.

Solo hace unos días traje a mi memoria cómo a mediados de los cincuenta, me enteré de la existencia en Lebu de una "sociedad de socorros mutuos", ¿por qué? Mi abuelo Enrique pertenecía a una sociedad de socorros mutuos de artesanos, y así es como se reunían de tanto en tanto, y allí compartían sus experiencias de trabajo, se asistían, se socorrían, se ayudaban, ¿se entiende la idea? Su membresía implicaba una cuota mensual que eventualmente les podría ayudar en emergencias como enfermedad, invalidez o fallecimiento de sus integrantes. En este caso, uno más uno sumaba más que dos, el resultado de su asociatividad era la fortaleza de la sociedad de socorros mutuos. Hoy, actualmente, todo es individualismo.

"¿Qué ha sucedido? Porqué el sentido común no comparece con la cotidianeidad? (...) antes éramos más comunidad (...) primaba lo que hacía sentido a un grupo de personas".

Raúl Caamaño Matamala, profesor, Universidad Católica de Temuco

Durante meses la familia de Cerro Colorado ha estado viviendo bajo muchísima presión. Además de la inagotable y dolorosa complejidad que a todos trajo la pandemia, hemos debido sumar la carga emocional de ignorar que pasará con nuestros trabajos ante el eventual cierre de la mina, peor aún, de manera adelantada según lo que decidan los integrantes del Tribunal Ambiental. La incertidumbre es uno de los peores estados sicológicos para el ser humano.

Conscientes de nuestra situación, toda nuestra gente se ha alineado para trabajar colaborativamente en un objetivo común y con gran sentido de responsabilidad. Supervisores, trabajadores y ejecutivos pusimos nuestros mejores esfuerzos para lograr en tiempo récord las necesarias aprobaciones ambientales para poder seguir operando hasta diciembre de 2023. Como buenos alumnos de la clase, después de dos años tramitando la actualización de nuestros permisos ambientales, en septiembre entramos en la recta final, hicimos las tareas encomendadas por los servicios evaluadores y finalmente conseguimos que el SEIA aprobara nuestra RCA Complementaria. Con este logro, esperábamos tranquilos que el Tribunal Ambiental ratificara la labor realizada. Varios de nosotros la noche del 31 de diciembre, en lugar de estar con nuestras familias, cumplíamos turnos en faena mientras esperábamos el Nuevo Año. Y fue en ese momento de esperanza, de soñar el futuro, que el Tribunal Ambiental informó la descalificación de nuestro trabajo: no solo desconocían las competencias técnicas de los organismos evaluadores, sino que además nos prohibían el necesario uso industrial del agua para nuestro funcionamiento, sin un fundamento claro y borrando con el codo, lo que ellos mismos habían escrito tres meses atrás. A Cerro Colorado le restan solo dos años de operación según su actual licencia ambiental. Un cierre abrupto de la operación podría acarrear problemas muy difíciles de dimensionar, no solo a los más de 2.100 trabajadores directos y contratistas, sino también a los pequeños emprendedores de la Comuna de Pozo Almonte, que recién recuperan el aliento tras dos años extremadamente duros. Esto, sin duda, podría ser un certero golpe bajo la línea de flotación.

Esperemos que los miembros del Tribunal Ambiental recapaciten y corrijan esta grave decisión que adoptaron e informaron en tan mal momento.

Octavio Baeza,

presidente Sindicato de Supervisores

Compañía Minera Cerro Colorado

No es echarle más bencina al fuego, pero el ver a constituyentes que cumplieron solo con los escuálidos requisitos que se exigieron para postular a ser parte de la Convención Constitucional, siendo parte de debates y votaciones en que se decide el futuro del Banco Central de Chile, del Tribunal Constitucional, del futuro sistema de gobierno y de muchas otras importantísimas instituciones, instancias que cual más, cual menos, influyen directa e indirectamente en la vida de cada chilena y de cada chileno, aparte de preocupar, vuelve a traer a la palestra la pregunta...

¿Quién o quienes redactarán la Constitución?, ¿los constituyentes que fueron elegidos por los electores y que contaban con muy poquito o nada de estudios y experiencias en conocimientos legales, constitucionales? o definitivamente la redactarán los batallones de asesores y expertos legales y afines, que los apuntalan día a día en su labor en el ex Congreso Nacional. Busqué y busqué, como es mi costumbre, pero no encontré una frase más ad hoc para reflejar esta preocupante situación y tuve que repetir una vieja y muy conocida, que he ocupado en ocasiones, cuando "me acuerdo del trabajo" de varios parlamentarios en el Congreso... "Pastelero a tus pasteles".

Luis Enrique Soler Milla