Caleidoscopio
Una vez, llegué a un viejo terminal de buses muy temprano en la mañana. Crucé a la cafetería más próxima, para desayunar y esperar a que el día avanzara, e iniciar mi camino a el hostal. El aire fresco y húmedo, sabía a sal; la cafetería pequeña y bulliciosa, olía a café de grano recién preparado. Había muchos hombres mayores en ella; todos ellos conversando o leyendo el periódico, iniciando el día con una taza humeante y una algarabía acompañada de gestos afectados que coloreaban esa inolvidable escena. Yo era la única mujer, y cuando terminé mi cioccolato caldo, pagué mi cuenta y pedí al mesero que me explicara, cómo encontrar cierta calle.
No terminaba de hablar cuando 5 o 6 cabezas, calvas y/o canosas ya habían girado hacia mí, prestando atención a mi pregunta. Me escucharon y resolvieron, entre ellos, que no debía ir caminando. Uno del grupo se levantó, y a los pocos minutos llegó a la puerta de la cafetería con una motocicleta pequeña, de esas que hacen "ñeeeeeeee" con el motor andando. Era un Vespa.
Camino al mercado, que era la referencia para llegar a mi destino, el señor, comentando el color de mi cabello, preguntó por mi país de origen. "Irish?". "No, Chile", le contesté. "Ah, Chile… Zamorano, Alexis y Pinochet", fue su respuesta. Llegué a mi hostal, le di las gracias por el viaje y al bajarme me dio una indicación final: "El mercado es tranquilo, solo ten cuidado con los inmigrantes".
Fue curioso escuchar eso, porque yo también era una de ellos.
Vamos construyendo relatos del mundo que nos rodea, en función de la información que recibimos, y de cómo esta nos impacta desde la experiencia. Por eso, se torna difícil evitar los sesgos que, aquello que no conocemos, va dejando. Informarse, puede ser un camino; pero no absoluto ni infalible.
Debemos diversificar y cuestionar las fuentes de aquello que leemos y escuchamos. Porque, si estamos generando contenido, cada letra escrita o dicha, reproduce tanto los llenos o vacíos de aquello que, creemos saber y sentimos. Sobre todo, si esa aprehensión del mundo, la experimentamos desde el miedo ¿Es Catania, ese rincón de la Sicilia profunda, tan solo un remanso de viejecillos amables? o ¿es el temible hogar de Nitto Il Cojedor, un prominente mafioso que hoy cumple varias condenas perpetuas paralelas?
Y, si tratáramos de describir a Chile, ¿cuál sería el relato correcto para hacerlo? Sin duda, podríamos acercarnos, con una conjunción de distintas narrativas y diferentes relatores. Porque estoy segura de que somos más que fútbol y dictadura. Por eso, no culpo al conductor de la Vespa por solo recordar esos antecedentes de mi tierra natal; sino que, a los eslabones ausentes, de aquello que no se dijo sobre nosotros y que, por lo tanto, no pudieron llegar a ser leídos por él, junto a su café matutino.
"Fue curioso escuchar eso, porque yo también era una de ellos".
Gissel Godoy Riquelme, arquitecta-MBA