"El diálogo entre las autoridades y la ciudadanía es fundamental"
El investigador analizó la "compleja coyuntura social y política" que se vive en la Región de Tarapacá -y el norte del país- en medio de un proceso migratorio nunca antes visto a nivel local.
El fenómeno migratorio de Venezuela tiene su origen a miles de kilómetros de la Región de Tarapacá, sin embargo, varias veces ha sido el centro de las miradas a nivel mundial, por marchas y situaciones violentas entre los habitantes y los recién llegados.
Las complejidades del descontrol migratorio se vuelven insostenible para sus habitantes y la sensación de crisis aumenta día a día en la región.
Esta situación se ve contradictoria con su proceso histórico, pues Tarapacá se ha caracterizado por ser un lugar de paso y conformado por varias colonias extranjeras. Por ello, quedan varias preguntas, que el iquiqueño Alberto Díaz, intenta responder.
Díaz es un etnohistoriador, antropólogo, que posee doctorado y postdoctorado en distintas universidades a nivel mundial. Es académico del Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas de la Universidad de Tarapacá y, por lo tanto, conoce muy bien los procesos históricos de la región y su cultura. Aquí las comenta con La Estrella de Iquique.
-¿Cómo podría definir el proceso migratorio que se vive en la región actualmente?
- Hay una coyuntura social y política, altamente compleja, en la cual el diálogo entre las autoridades y la ciudadanía es fundamental en esto y que tiene que ser resuelta en términos multisectoriales, porque no podemos obviar que aquí hay gente que viene con niños, que viene buscando trabajo y oportunidades y es un derecho fundamental el migrar. Hay personas que están cometiendo actos delictuales y bueno, ahí están las policías que deben hacerse cargo de aquel control. Uno ve como pasa y pasa gente por el costado de la Aduana, entonces llama la atención eso. Que haya una falta de criterio político y estrategia política del gobierno de Piñera.
- ¿Este es el proceso más grande migratorio que ha vivido la región?
- La Región de Tarapacá y todo el norte chileno, se ha construido históricamente por poblaciones originarias, pero también por el arribo de una serie de migrantes, sobre todo desde mediados del siglo 19 y en un gran repunte al inicio del siglo 20. Tras las guerras que se dieron en Europa, llegaron muchos migrantes, porque aquí habían fuentes laborales vinculadas al ciclo del salitre. Desde el siglo 20, hay un largo periodo de distintos tipos de migraciones, del tiempo del salitre y después en la década de los 80 en adelante, con la Zofri y las empresas mineras.
- ¿Por qué considera que la migración venezolana se volvió tan compleja?
- Como no hay medidas de regulación de la migración, las autoridades no han dado buenas señales. Ha generado que en las ciudades del norte hayan focos de delincuencia y una percepción de que hay atentados contra el orden público. Un punto a subrayar el caso de Colchane, porque ahí falta una mirada de entender la frontera como un espacio dinámico y las medidas que el Estado tiene que ejercer ahí tienen que ver con una mirada de las relaciones internacionales y con una mirada cultural, porque Colchane desde tiempos milenarios recibe a los pueblos aymaras y esa frontera está en territorio indígena. Nos hemos preguntado qué pasa con distintos actores, pero ha faltado también preguntar y colocar en el tapete de la discusión, qué pasa con las comunidades indígenas del sector de Isluga y de Cariquima.
- ¿Anteriormente hubo conflictos entre chilenos y migrantes en los otros procesos migratorios que ha vivido la región?
- Durante las primeras décadas del siglo 20, hubo estampidas de xenofobia en la región, con organizaciones que se denominaban ligas patrióticas en las cuales participaban muchos chilenos y en las noches salían a perseguir, sobre todo a los peruanos. Pero toda esa xenofobia respondía a un contexto de la chilenización del norte, tras la Guerra del Pacífico. O sea, respondía a otros factores. Hubo conflictos sí, entre chilenos, gente de otros países, pero la coyuntura era distinta.
- ¿Toda esta escalada de violencia podría desencadenar algo peor?
Hoy las autoridades deben asumir este tema de la migración, no mañana. Y eso pasa por el resguardo del derecho de todas las personas, de la región y los migrantes. Y buscar armonizar y garantizar un ambiente en paz, donde se resguarden los derechos y en las cuales los agentes gubernamentales puedan perseguir a todos aquellos que realizan delitos, sean extranjeros o chilenos. Nadie en una marcha puede seguir y golpear a las personas y tampoco los extranjeros pueden venir y robar vehículos, qué se yo.
- A nivel internacional se da por hecho de que habrán más procesos migratorios por asuntos políticos y medioambientales. ¿Qué pasaría si la región vuelve a verse envuelta en otras crisis migratorias?
Mientras no exista una política migratoria, sostenida en un punto de vista social, cultural, que valore el diálogo ciudadano, se nos van a ir dando diferentes momentos de coyuntura migratoria. No estoy muy seguro si el modelo europeo pueda replicarse en América Latina, porque son realidades muy distintas. Pueden haber algunos elementos en común, pero cada país tiene sus facetas.
- ¿Cuál es la diferencia?
Hay que entender que la región siempre ha estado articulada con Perú, con Bolivia y con el noroeste argentino. Mientras las autoridades no comprendan que por el norte chileno siempre se ha movilizado la gente, seguirán generándose normativas parches que tendrán corta duración. Ahí llega la pregunta ¿Cómo enfrentamos la migración? Un lugar de transito, ¿colocamos una barrera o permitimos que la gente se registre?. En fin.
"Hoy las autoridades deben asumir el tema de la migración, no mañana
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