Iquique es Tierra de Campeones, pero también Tierra de Patrimonio. Por su extensa superficie hay vestigios de la época de la Guerra del Pacífico, de la etapa peruana de nuestra ciudad y aún hay edificaciones de los años en que el salitre era el sueldo de Chile. Por lo mismo, elsiniestro ocurrido ayer en unas casonas de Baquedano, al llegar a Zegers, nos recuerda nuevamente lo frágil que puede resultar la conservación de estas estructuras.

Todavía está fresco lo que sucedió en la ex Aduana de Iquique, construcción que en 2015 sufrió importantes daños tras un incendio de grandes proporciones y que gracias a un apuntalamiento de una torre ubicada en el eje central de este lugar se evitó su inminente desplome, que hubiera sido el tiro de gracia para este ícono de la capital regional.

En el 2014 hubo otra señal de alarma, cuando una casa contigua al Palacio Astoreca también fue consumida por las llamas, por la presunta acción de una vela encendida por un tercero que pernoctaba en el frontis del inmueble. Y si nos remontamos al 2008, el fuego redujo a cenizas el histórico Palacio Mujica, que administraba la Fuerza Aérea de Chile.

Si bien en algunos casos, como la ex Aduana, hay proyectos e iniciativas que están orientadas a la recuperación de estos patrimonios, en otros la suerte es distinta y algunos administradores o propietarios no tienen los recursos necesarios para su cuidado, lo que hace imposible conservar estas estructuras históricas, muchas de ellas declaradas como "monumento nacional" por el Consejo de Monumentos Nacionales, gracias a su riqueza arquitectónica.

En este contexto, es preocupante saber que, por acciones de desconocidos o desperfectos eléctricos, está siempre latente el riesgo de perder parte importante de la historia de la ciudad.

Si bien la protección del patrimonio en Chile se encuentra amparada en dos cuerpos legales (Ley 17.288 y Ley General de Urbanismo y Construcciones), y determina a los responsables de estos cuidados, es necesario que existan acciones públicas concretas para reducir al mínimo la posibilidad de una tragedia mayor, donde solo perdemos los iquiqueños.

"Es necesario que existan acciones públicas concretas para reducir al mínimo la posibilidad de una tragedia mayor".

No había barrio que no tuviera uno o más sujetos que hacían del mentir un arte no menor. Lo hacían con naturalidad. Algunos traspasaban las barreras del barrio y se transformaban en fenómenos ciudadanos. Mentían de tal forma, que no había manera de no creerse el cuento.

Había uno que le decían "mentiras grandes" por lo mismo, no se andaba con chicas. Lo suyo era fantasear. No tenía perros en su casa, tenía elefantes. Mi primo Enrique me trajo a la memoria al "Moca" Lucho", moca se le decía a los tartamudos. Y este, ni corto ni perezoso hilvanaba historias increíbles. Una de ellas, que su padre era dueño, nada más y nada menos que del ferrocarril. Niños, entonces, nos tragamos esa historia y el Lucho se ganaba nuestro respeto. El domingo por la noche en la plaza Prat, Che Carlos nos aglutinaba contándonos historia de su riqueza minera en la pampa, mientras se afirmaba en su bicicleta de color negra, marca Hércules.

Pero, en ambos personajes, sus mentiras no hacían daño a nadie. Al contrario, nos despertaba la imaginación y con los años, recordamos esas historias, no como engaños, sino como una forma de hacerle cachañas al tedio, al olvido y quizás al ocaso.

La esquina del barrio, la plaza, o donde se diera la ocasión, el mentiroso, exhibía su arte imaginativo. Inventaba viajes que se nutría de películas como Taras Bulba o Marco Polo, y la resignificaba (así se usa ahora) llenando de aromas nuestras lejanas historias ocurridas en Ucrania. Eran viajeros ficticios. Embarcados se le llamaban así. La verdad fue el naufragio que vivió nuestro querido Juan Juan Robles, exiliado en Canadá que de milagro salvó su vida cerca de la costa española.

Los embarcados tenían historias verdaderas para contar, que con los años se mezclaban con la ficción. Víctor Palape sabe de lo que escribo. Los mentirosos que jamás se movieron de Iquique, hicieron de esta tierra, un jardín fértil para inventar historias que jamás sucedieron. A todos ellos, le debieran dar un premio en literatura.

"Los embarcados tenían historias verdaderas para contar, que con los años se mezclaban con la ficción".

Bernardo Guerrero,, sociólogo, académico Unap

Ayer se barajó la tesis de que había personas desaparecidas tras el incendio, lo que fue descartado rápidamente por Bomberos. Lamentablemente, portales de redes sociales difundieron sin rigurosidad esta información. Peligroso.

Seremis

Es de esperar que la próxima semana se conozcan a la mayoría de los seremis de Tarapacá. Es necesario que prontamente tengamos autoridades regionales, ya que hay materias en donde no se puede esperar y se necesita una cabeza visible para generar iniciativas.

Sin mascarilla

Al parecer a muchos ya se les olvidó la pandemia en Iquique, o por lo menos el respeto que hay que tener con las medidas sanitarias exigidas en el marco de la crisis. Es normal ver gente sin mascarillla en espacios abiertos y cerrados de la ciudad. La situación preocupa.