¡Hasta cuándo la maldita guerra!
Una vez más, el planeta en grave riesgo. Nuestro hogar-mundo, en peligro. Tantas vidas en peligro. ¿Es que acaso, a estas alturas, el ser humano aún no puede desprenderse de las taras de la violencia, de la brutalidad, de las mortandades con que fue regando la prehistoria y la historia en los diversos pasajes de su paso por sobre la faz de la tierra?
Ya en los tiempos de las cavernas luchaba y mataba y moría por un trozo de comida, por un espacio donde tender los huesos cansados cada anochecer, y por las posesiones, defendiendo las propias o deseando las del prójimo.
Es que el ser humano, al parecer, definitivamente, no puede vivir en paz consigo mismo, ni menos con sus vecinos ni con todos los que se atrevan a pensar y vivir de manera diferente a la de él y solo se siente satisfecho y contento cuando ataca y destruye a sus opositores.
¿Cuántas brutalidades ha soportado este infeliz planeta Tierra? Solo algunos de los miles de ejemplos: Las invasiones y matanzas de los imperios poderosos contra los más pequeños y débiles desde los tiempos más lejanos; las famosas Guerras Santas, las Cruzadas, que invadían a sangre y fuego el medio oriente del planeta con la excusa de recuperar los "Santos Lugares" de la religión católica.
El racismo, la intolerancia y el fanatismo, en los dos holocaustos de las dos guerras mundiales. Las tantísimas guerras por la fanática e intolerante defensa de ideas políticas y/o religiosas que se pretenden dejar marcadas a sangre y fuego en los cuerpos, las mentes y las vidas de los derrotados, por la fuerza de la brutalidad, de la guerra y del exterminio.
¿Por qué, si la gran mayoría de quienes habitamos este, nuestro maravilloso hogar planetario, queremos vivir en paz, en armonía, en tolerancia, en afecto, en cooperación mutua, con todos nuestros semejantes?, ¿por qué se les permite a grupúsculos de enajenados violentistas, intolerantes, insensatos, antisociales, levantar la nefasta peste de la guerra y destruir ciudades y países, asesinar niños, mujeres y ancianos inocentes?
"Es que el ser humano, al parecer, no puede vivir en paz consigo mismo, no menos con sus vecinos ni con todos los que se atrevan a pensar diferente".
Miguel Durán Candia,, profesor de Castellano