El genio de Bonn
Ludwig van Beethoven nació en Bonn, Alemania, el 16 de diciembre de 1770, época difícil y álgida que más tarde será convulsionada por una serie de hechos históricos que plantearán una profunda reforma o revolución en los esquemas socio-políticos de occidente. En ese contexto el músico crece y se desarrolla en medio de estos cambios como la Revolución Francesa y la promoción de la Ilustración con la aparición de grandes figuras del pensamiento, la filosofía, el arte y las letras; intelectuales de todo orden.
Por otro lado, en el campo musical -acorde al ambiente social que evolucionaba- se produce un gran cambio.
El clasicismo cede en sus estructuras para dar paso al periodo del romanticismo, emergiendo con fuerza la figura de Beethoven al cual no se le puede definir ni en lo uno ni en lo otro, sólo un gran y monumental puente entre los dos periodos: perfecto en las formas del primero y profundo en el contenido del segundo.
De esa manera las nuevas formas y estilos de composición, unido a su talento y virtuosismo, amplió horizontes y perspectivas para la expresión musical. Todo un cambio revolucionario y vital.
Tal como la época en que se desarrolló, paradojalmente su vida personal se resume en una acumulación de malas experiencias y desgracias sobrevinientes, como el maltrato infantil, una despiadada soledad, el desamor, la pobreza, la sordera y la cirrosis hepática que finalmente acabó con él un día 27 de marzo de 1827.
Así, pese a todo, contradictorio y sumido en la tristeza, Beethoven dejó tras de sí un enorme legado a la humanidad consistente en aproximadamente 127 números de opus y 206 obras no clasificadas, que lo sitúan como el más famoso y popular de los grandes compositores, ocupando el primer lugar en las encuestas sobre cultura general.
El desaparecido crítico musical chileno, Jorge Dahm afirmó: "En todas las naciones civilizadas, Beethoven es el favorito" y sin duda lo es, un sordo genial.
"El clasicismo cede en sus estructuras para dar paso al periodo del romanticismo, emergiendo con fuerza la figura de Beethoven al cual no se le puede definir ni en lo uno ni en lo otro".
Eduardo Urrutia Gómez