Muchos trajes y pocas ideas de país
En el plebiscito del 25 de octubre de 2020, el 78% de los electores aprobó que se redactara una Nueva Constitución. Posteriormente, se eligieron a los Convencionales que hoy se encuentran en dicho proceso, redactando la propuesta de una nueva carta magna que debe ser sometida a consideración de los chilenos en un plebiscito de salida.
Los que pregonaban que Chile necesitaba un nueva Constitución, decían que la actual no era legítima, que no representaba a todos y que juntos teníamos que construir otra, construir la casa de todos. Sin embargo, cuando vemos como ha actuado hasta hoy la Convención Constitucional está lejos de eso, de querer hacer una Constitución que nos una y represente a todos con todas nuestras diferencias.
Hoy vemos una convención con ánimo revanchista, refundacional, que está acabando con la separación de poderes del estado, menoscabando la esencia del poder judicial, terminando con los pesos y contrapesos entre los distintos poderes para que se fiscalicen entre ellos, un país donde el poder se concentre, donde la democracia se debilite y dé paso a las dictaduras.
Reconozco que hay demandas incumplidas con nuestros pueblos originarios, pero no al nivel del reconocimiento que se les está dando en la Convención, en que además ha prevalecido la visión del pueblo mapuche por sobre los demás. Hoy se estima que el 10% de nuestra población pertenece o es originaria de un pueblo indígena, sin embargo, serán los que tendrán mayores derechos reconocidos en esta propuesta de nueva Constitución, pasando el 90% restante de los chilenos a ser ciudadanos de segunda categoría.
La Convención a menos de 3 meses de terminar su mandato ha tenido un trabajo decepcionante, no vemos hasta ahora nada de lo importante que debe contener una Constitución, de sus contenidos mínimos que no es otra cosa que un pacto del pueblo para contener el poder y que ha acompañado nuestra historia republicana e independiente estos 211 años.
Vemos muchos trajes y pocas ideas de país, si hay que atender situaciones como la desigualdad, el crecimiento armónico, la justicia social y el desarrollo sustentable, una Constitución puede crear un marco para favorecer todo eso, pero no nos va a traer ni la felicidad ni la solución mágica e inmediata como algunos quieren hacer creer. Un verdadero debate constitucional recae sobre la base de reconocer que somos un país, reconocer nuestras diferencias y que la democracia es la forma de administrar nuestros desafíos.
"Hoy vemos una convención con ánimo revanchista, refundacional, que está acabando con la separación de poderes del estado
Luz Ebensperger,, senadora