Si existe algún tema en que los chilenos estamos de acuerdo, es que las pensiones en nuestro país son bajas y no permiten a la mayoría de los chilenos vivir dignamente cuando se jubilan. Sin embargo, no hemos avanzado en las modificaciones que se requieren; el gobierno pasado presentó un proyecto de reforma, pero no avanzó. La oposición de ese entonces se negó a tramitarlo y el presente gobierno ha anunciado la presentación de un nuevo proyecto.

Si nos preguntamos porque no hemos sido capaces de modificar el sistema actual, tenemos que señalar que existen al menos dos visiones de como establecer un nuevo sistema previsional, resulta complejo encontrar los puntos de acuerdo, pero la ciudadanía requiere que se haga lo necesario para alcanzarlo.

En forma simple, por el espacio de esta columna, podemos decir que el gobierno y la mayoría de los parlamentarios oficialistas quieren un sistema de pensiones en que los ahorros o cotizaciones de los trabajadores dejen de ser de cada uno y pasen a integrar un fondo solidario administrado por un ente estatal. Por el contrario, una parte de la oposición señala que el nuevo sistema de pensiones debe seguir siendo de capitalización individual, es decir, los ahorros previsionales son de los trabajadores en un 100%, y el componente solidario del sistema debe ser financiado por el Estado con rentas generales, que abre una puerta para un sistema mixto.

El gobierno ha comprometido a petición de los senadores una mesa de trabajo previa a la presentación de su propuesta para que una vez presentado tenga apoyo, ojalá transversal. Esperamos que ingresada al Congreso avance rápidamente y que establezca y garantice claramente que los ahorros o cotizaciones previsionales son de propiedad de los trabajadores, no son expropiables y que deben ser heredables; tener claramente establecidas las reglas para asegurar que las personas puedan elegir libremente quien administre sus fondos, si será una institución pública que se cree o una privada y cuáles serán los costos para los cotizantes por sus servicios si los hubiera.

Resulta claro que estas modificaciones al sistema previsional deben abordar y resolver las materias que influyen en tener pensiones tan bajas, pues de no hacerlo no importará mucho el nuevo sistema que se establezca. Estos temas son: aumentar gradualmente las edades de jubilación, aumentar la tasa de contribución obligatoria de 10 a 13%, establecer un aporte del empleador y del estado, hacer imponible el 18% promedio de la remuneración que hoy no lo es, reprimir la evasión y elusión previsional que afecta al 25% de los trabajadores, obligando a imponer por el total de las remuneraciones pagadas y atacar la informalidad en el trabajo que hoy existe.

"Quieren un sistema de pensiones en que los ahorros o cotizaciones de los trabajadores dejen de ser de cada uno".

Luz Ebensperger,, senadora

No ha cumplido aún sus primeros 100 días y podemos recordar que Gabriel Boric asumió la presidencia de Chile, rodeado de ovaciones y esperanzas de cambio. En su discurso inaugural, el nuevo mandatario, además de homenajear a Allende, mostró sus dotes de oratoria y se expresó refinadamente frente a los chilenos, lleno de optimismo y buena voluntad, pero también con moderación en lo que concierne a los plazos de los cambios que tendrían lugar en su gobierno. Se trató de una aproximación discursiva moderada que distó mucho de la narrativa expresada por él mismo en la primera ronda de las presidenciales.

A pesar de dicha moderación, las expectativas relativas a los cambios que tendrían lugar en el nuevo gobierno, sobre todo las de los partidarios de Boric, ya habían sido creadas. Es más, el actual presidente, quién para sus seguidores encarnó la primera posibilidad de un cambio real en Chile desde la dictadura, iba a gobernar en una etapa crucial de la historia del país, a saber: un momento constituyente que, según sus defensores, sentaría las bases de un nuevo Chile. Sin embargo, era evidente que para Boric sería difícil satisfacer las expectativas de sus seguidores, promover la moderación, al mismo tiempo que consolidar la gobernabilidad.

Actualmente, el gobierno ha estado marcado por errores políticos, conflictos internos y baja aprobación. Según Pulso Ciudadano, el presidente posee un 24,2% de aprobación. Según CADEM, un 62% de los chilenos cree que Chile avanza por un mal camino. ¿Era predecible este escenario antes de que Gabriel Boric llegase a la presidencia? Sin duda.

La primera razón es económica. Chile es una economía altamente dependiente del sector externo. Por ende, la pandemia ha contribuido fuertemente al alza de los precios; el retiro de dinero de las APF (factor interno) también; mientras que la guerra en Ucrania empeoró esta situación. En tal sentido, era difícil imaginar que el nuevo gobierno resistiese incólume la crisis. Asimismo, para llevar a cabo los cambios prometidos se necesita dinero y, por mucho voluntarismo que se tenga, Chile no está ni estaba en condiciones de financiar muchas de las promesas que Boric hizo en su campaña. Un ejemplo de esto es la actual posición del presidente frente al CAE y el quinto retiro de las AFP.

La segunda razón tiene que ver con la posición del presidente dentro de su coalición. Boric fue expulsado públicamente de Izquierda Autónoma (2016), fue criticado tras el acuerdo por una nueva constitución (2019) y hasta el día de hoy, parte de su sector lo tílda de 'amarillo'. A esto se le suman los desacuerdos que ha tenido con Daniel Jadue. En tal sentido, la mayor oposición a Boric se ha encontrado dentro de su propio sector. Esto último, además de ser predecible, ha cobrado aún más prominencia frente a una derecha derrumbada.

La tercera razón tiene que ver con la experiencia en gobernanza. Si bien el edil tenía experiencia política, no tenía gobernando. Esto puede ser ilustrado por el caso Siches, el incidente con el Rey de España o el caso de la primera dama. De hecho, los errores políticos por falta de experiencia han sido recurrentes en este gobierno. Otro aspecto predecible.

Con todo, Boric asumió la presidencia en un contexto complejo tras haber avivado irresponsablemente las expectativas de la ciudadanía. Por ende, ¿qué esperaban sus seguidores? ¿Qué el presidente abriera las alamedas para que pasara el hombre libre con el fin de construir una sociedad mejor? Sinceramente, espero que no.

Dr. Sebastián Rumie

Académico Escuela de Gobierno y Comunicaciones UCEN