En Rotary, valoramos la diversidad y celebramos las contribuciones de personas de todas las procedencias, independientemente de su edad, etnia, raza, color, facultades, religión, estatus socioeconómico, cultura, estado civil, idioma materno, sexo, orientación sexual e identidad de género, así como las diferencias en ideas, pensamientos, valores y creencias.

La sentencia señalada anteriormente, corresponde a nuestro compromiso con la diversidad, la equidad y la inclusión, que además son conceptos que deben estar siempre en conjunto. De ahí el usar el signo matemático de la suma entre cada concepto: Diversidad + Equidad + Inclusión (DEI)

Abogando por todo lo anterior, nuestra presidente de Rotary International (RI) Jennifer Jones, que por lo demás es la primera mujer presidente de RI en 117 años de vida de la organización, nos invita a que "imaginemos un mundo que merece lo mejor de nosotros, donde nos levantemos cada día sabiendo que podemos marcar la diferencia", y eso es un claro mensaje en aplicar la DEI, donde nadie sea excluido y que todo el que desee pueda formar parte de Rotary y apoyar en la resolución de los problemas que tienen las comunidades de los territorios de impacto de los clubes, que son los responsables de agrupar a Gente de Acción dispuesta en hacerlo.

En su aplicación de la DEI en nuestro Distrito 4320, que considera a más de 70 clubes y cerca de 1.400 socios distribuidos en la zona geográfica comprendida entre Arica y Valparaíso, una de las primeras barreras a superar, es comprender que la DEI es mucho más que lo referido a la homosexualidad o el género, que es lo que se nos viene a la cabeza como país en vías de desarrollo. Hago un llamado a ser abiertos en la aplicación de estos conceptos, y esto se logra con cultura y formación, con empatía y comprensión, con tolerancia y respeto, lo que no es fácil, ya que estamos llenos de cargas que desde niños van bombardeando nuestro cerebro y alma, forjando personas que muchas veces no estamos dispuestos a modificar nuestra historia personal.

Como rotarios, estamos convencidos de que todas las personas poseen cualidades visibles e invisibles que las hacen intrínsecamente únicas, y nos esforzamos por crear

una cultura inclusiva donde cada persona sepa que es valorada y tiene derecho a un sentido de pertenencia.

De ahí, la importancia de conocer a los socios de los clubes, a fin de que el funcionamiento del club corresponda a un espacio ameno, de trabajo por las comunidades, pero a la vez entretenido y donde el compañerismo vaya de la mano con las acciones que se desarrollan. Todo esto perfectamente puede se aplicado a sus trabajo y familia también, espacios donde el conocimiento de la DEI generará entornos más productivos y de mejor calidad de vida, respectivamente. En conclusión, apliquemos la DEI no solo en Rotary, sino que en nuestra vida.

Aprendamos de todos y enseñemos a todos los que quieran aprender, esa es la diversidad.

Aprovechemos las oportunidades que nos da la vida y demos oportunidades a todos quienes quieran tomarlas, esa es la equidad.

"Aprovechemos las oportunidades que nos da la vida".

Rodrigo Jarufe,, gobernador Distrito 4320

La frase es recurrente: "Chile ha cambiado".

Tanto ha cambiado que un programa de ayuda social orientado a dar apoyo a adultos mayores pobres y vulnerables pero que viven en sus casas, hoy cuenta con un protocolo de emergencia para sus trabajadores, el que resulta sorprendente.

Deprimente, quizás sería más apropiado decir.

Redactado por alumnos de trabajo social de una universidad, nació en la Región de Valparaíso Interior, en San Felipe, para orientar y dar consejos de seguridad a la dupla psicosocial del Programa de Atención Domiciliaria para Adultos Mayores (Padam), que visita a una treintena de personas grandes en sus casas. Son mujeres, en su mayoría, que viven en las Cuatro Villas, un extenso barrio, ubicado a la entrada de San Felipe, entre el río Aconcagua y la línea férrea. Se trata de un sector donde imperan la violencia, el narcotráfico, la pobreza y el abandono.

En el documento conviven datos para reaccionar con calma en caso de un terremoto, un maremoto, un aluvión, desgracias naturales tan propias de Chile, a las que ahora se agrega un oscuro listado de imponderables: asalto, funeral narco, balacera.

Y se exponen las conductas recomendables en cada caso.

Un ejemplo para la situación de balacera: "Todos deberán estirarse en el suelo cubriendo su cabeza y tratando de mantener la calma; no mire ni se asome por las ventanas; distraiga a las personas que atendemos, a fin de no generar mayor pánico, entre otras".

Hoy, los 30 jardines infantiles y salas cuna que tiene Hogar de Cristo en sectores vulnerables de todo Chile, y varios Padam, disponen de este protocolo. Es como si viviéramos en un territorio comanche, en una zona de guerra.

Y así lo vivió recientemente el equipo del Padam de Iquique. "Fue en la Jorge", como se conoce a un amplio sector que colinda con la Zona Franca de Iquique, y que incluye varios pasajes considerados conflictivos, como el Oro, el Cobre y el Salitre, dentro de la población Jorge Inostrosa.

Fue precisamente en un pasaje de "la Jorge", donde el equipo buscaba a un adulto mayor para invitarlo a un ciclo de talleres, que empezó la balacera. Partió con cuatro balazos. Los vecinos que estaban en la calle se tiraron al suelo, el jefe del programa se subió rápidamente a la van que los trasladaba y el chofer, conocedor del lugar, con calma y temple salió de la zona de peligro. Afortunadamente, el adulto mayor no estaba en su casa ese día.

Chile ha cambiado, sin duda.

El narco, con su sutil extorsión amarga, está instalado entre los más vulnerables, tentándolos, secuestrándolos, privándolos de la tranquilidad y también de la dignidad cuando logra seducirlos.

Lo dicen los mayores, Chile ha cambiado… para peor. Y, sin duda, en esta materia aplica el "todo tiempo pasado fue mejor" (o -al menos- sin estos niveles de violencia y crimen organizado que padecemos todos por estos días).

Carlos Ramírez,

jefe de Operación Social Hogar de Cristo Iquique