Fármacos como el omeprazol, famotidina o antiácidos, son empleados de manera importante por la población, muchas veces automedicados, para tratar enfermedades como la úlcera gastro-duodenal, cuadros de gastritis, reflujo gastro esofágico, entre otras condiciones.

A pesar de ser fármacos en general con un buen perfil de seguridad, no están exentos de efectos adversos, dentro de los que se pueden destacar, el enmascaramiento de ciertas enfermedades al atenuar síntomas asociados a la hiperacidez. Un ejemplo de lo anterior podría ser el cáncer gástrico, que de no haber sintomatología producto del uso de medicamentos como el omeprazol, por ejemplo, llevaría a retrasar la consulta médica y por ende retrasar el diagnóstico.

Otra complicación asociada al uso de medicamentos que modifican el pH gástrico es el riesgo de desarrollar ciertas infecciones, como es el caso de infección por Clostridium difficile, lo que se puede traducir en el desarrollo de diarrea pseudomembranosa.

Otro aspecto para considerar es que la modificación del pH del estómago puede traer consigo alteraciones en la digestión de alimentos y posterior absorción de nutrientes. En la misma línea, existen algunos medicamentos que para absorberse requieren de un medio ácido, por ende, personas que utilizan medicamentos para tratar otras enfermedades, podrían experimentar una menor absorción de aquellos medicamentos y por tanto un menor efecto.

Es preciso señalar también, que algunos de estos medicamentos pueden provocar hiperacidez de rebote, como ocurre por ejemplo con antiácidos. Esto quiere decir que, tras emplearlos y haber cesado su efecto neutralizante del ácido en el estómago, pueden provocar un aumento en la producción de ácido y reaparecer la sintomatología involucrada, lo que podría llevar a emplear una segunda dosis, y así sucesivamente, cayendo en un círculo vicioso.

Otros efectos adversos descritos con el uso de omeprazol son el desarrollo de cuadros de estreñimiento o diarrea, cefalea, náuseas, flatulencia, dolor abdominal, vómitos, infecciones respiratorias altas, entre otros.

Por su parte, el uso de medicamentos como ranitidina o famotidina se ha asociado al desarrollo de ciertas complicaciones cardiovasculares como arritmias cardiacas, insomnio, cefalea, confusión, agitación, alteraciones sanguíneas, dolor abdominal, náuseas, vómitos, injuria renal, además de otros.

Por lo expuesto, es importante señalar y enfatizar a la población, la necesidad de utilizar de manera racional los medicamentos descritos, los que requieren de una prescripción médica. Evitar la automedicación es clave para evitar en muchos casos diagnósticos tardíos, así como también, consultar con profesionales de la salud idóneos, quienes podrán guiar su tratamiento, evitando y pesquisando tempranamente complicaciones y efectos adversos, que están implícitos al uso de estos medicamentos.

Enrique Urra Castro,

docente Carrera de Química y Farmacia

Universidad Andrés Bello

Solo han pasado un par de meses desde que se presentaron las primeras imágenes del Telescopio Espacial James Webb y no ha parado de deslumbrarnos desde entonces. Por ejemplo, tenemos las últimas imágenes del planeta Júpiter con un impresionante detalle. Además, la detección de nuevas galaxias lejanas, superando un récord plasmado por Hubble el 2016. Esto no solo implica un rango de observación de grandes distancias, sino que también de tiempo.

Como la luz tarda más en llegar a nosotros desde objetos más lejanos, a medida que observamos más lejos en el universo también observamos más hacia el pasado, produciendo un "atraso" al recibir la imagen/información de aquellos objetos. Esto ocurre en todo orden de cosas. Ya sea el reflejo de nuestra imagen en un espejo a pocos metros de nosotros, la luz que proviene de la superficie del Sol, 8 min aproximadamente, o de las estrellas que están en el cielo, 4 años para la estrella más cercana, a la luz le toma su tiempo llegar a nosotros.

Específicamente para este récord, el James Webb logró observar la imagen de dos galaxias de hace 13.500 millones de años, o sea cuando el universo solo tenía 300 millones de años. Están compuestas de estrellas bastante jóvenes y son unas 50 veces más pequeñas que nuestra galaxia, la Vía Láctea. En primera instancia no parecen ser cuerpos tan impresionantes, pero de ser correcta la estimación de sus distancias, su mera existencia pondría en jaque muchos aspectos que se creían sobre el origen y evolución de las estrellas, sugiriendo replantear algunos aspectos sobre su formación y el nacer del cosmos.

Este es solo uno de grandes resultados que ha presentado el James Webb a menos de un año de su lanzamiento. Ha logrado los primeros registros directos de un planeta extrasolar, como las imágenes detalladas de ciertas nebulosas o registrar fenómenos extraordinarios. Sin embargo, hoy más que nunca los científicos deben respaldar y corroborar las conclusiones de estos nuevos hallazgos. No sería la primera vez que ciertos "descubrimientos" resultan erróneos por diversos factores, pero el entusiasmo supera incluso a los científicos más experimentados. Al mismo tiempo, debemos ser cuidadosos con la información que recibimos de medios poco confiables. Siempre se debe avanzar con cautela y paciencia, sobre todo cuando estamos viendo hacia el infinito.

"Debemos ser cuidadosos con la información que recibimos de medios poco confiables".

Pablo E. González Villarroel, astrofísico, Universidad de Tarapacá, Explora Tarapacá