Fin a los delegados presidenciales
Se debe coincidir que el dotar de mayor autonomía a la regiones ha sido un proceso lento, dificultoso y que pese a los discursos descentralizadores de todos los presidentes, siempre ha encontrado más de una piedra en el camino que lo retrasa o solo permite un avance a medias, como lo vemos en la actualidad. Por ello, el anuncio del Gobierno sobre la eliminación de los delegados presidenciales y el traspaso de competencias a los gobernadores regionales es muy bien recibido y refrenda el compromiso presidencial de lograr que la toma de decisiones sea más independiente del poder central.
La ministra Camila Vallejo lo planteó al momento de comentar las atribuciones de los gobiernos regionales con la futura creación del Ministerio de Seguridad, tras el fin de la figura de los delegados.
Tendrán las justas competencias en los temas de seguridad, una solicitud reiterada en regiones y que reconoce la labor compleja y completa que deben desarrollar los líderes regionales.
El traspaso se ejemplifica en el tema de seguridad, porque es lo que hoy más aflige a la población nacional, de norte a sur. Existe la convicción que los ordenamientos que pudieran cumplir las y los delegados presidenciales, emanados desde el poder central, pudiesen tener una mejor mirada si se hace desde las regiones. Está el conocimiento y los recursos para poder mejorar la gestión en el combate antidelincuencia y desde ese punto de vista es muy beneficioso.
No se puede olvidar que la autoridad regional cuenta con el liderazgo que le otorgan las elecciones y el conocimiento del territorio donde se desenvuelven, de allí que poco se entendía que no tuvieran directa injerencia en el modo de combatir el delito y el crimen organizado.
Se está dando un gran paso para que la descentralización sea efectiva en este y otros temas como en la relación con las autoridades sectoriales.
No es una tarea menor y los gobernadores y gobernadoras deberán estar a la altura de las exigencias. La comunidad demanda más acción y más trabajo en terreno, tan necesarios para empaparse del sentir ciudadano, de sus problemas y dialogar sobre las soluciones.
La comunidad muchas veces no se siente oída y su frustración se transforma en desazón y molestia contra la autoridad en ejercicio. Esta es la principal tarea que deben revertir los gobiernos regionales, con coordinación y un direccionamiento claro.
"No es una tarea menor y los gobernadores y gobernadoras deberán estar a la altura de las exigencias".