Día de las Regiones
Inadvertido pasó el Día de las Regiones en varias partes del país. Cada 31 de marzo los afanes descentralizadores y los sueños de contar con una región más próspera se transformaban en parte de los discursos y planes, pero este año el ímpetu no fue precisamente la palabra que podría describir esta fecha.
¿Qué pasa con la regionalización y los bríos descentralizadores?
En primera instancia, sería burdo argumentar que la ciudadanía quiera mantener un Estado centralista con un Santiago dominante en distintas dimensiones y siendo eje del resto de las regiones. El problema es el cómo.
También bueno es preguntarse ¿realmente Tarapacá y otras zonas tienen una lucha colectiva como la que realmente se pensaba? La respuesta es que pareciera que no.
Si nos medimos por los afanes regionalistas de hace un par de años, se podría decir que hay mucha confusión en aquello. Tras el estallido social, la palabra "descentralización" fue tomando fuerza de cara al proceso constituyente e incluso el acuerdo de noviembre de 2019 en que participaron casi todos los partidos políticos se firmó con una pintura de Pedro León Gallo a sus espaldas, quien fue un claro propulsor de la descentralización administrativa, lo que llenó de simbolismo el proceso.
¿Qué pasó? La debacle constituyente terminó por dejar en una mínima expresión los afanes de dejar la dependencia santiaguina. Incluso un artículo de la propuesta constitucional rechazada el año pasado, buscaba regiones más autónomas, pero ni eso prendió en las regiones.
¿No habrá sido que esta lucha descentralizadora más bien fue un ímpetu del momento, más que un grito de la ciudadanía? ¿será que la población en general la veía como algo lejano, casi como una utopía o como una idea sin sentido?
¿Será que nos gusta el centralismo? En unos aspectos quizás sí, pero en otros no y en eso no nos podemos desviar. Y es que Tarapacá no debe quedarse dormida en frenar la presión santiaguina o sino jamás se logrará un progreso pleno.
Para avanzar en regionalización también se requiere hacerlo con obras de real impacto, las que generan mejoras en la calidad de vida y eso, sin duda, debe ir más allá del discurso.
"Para avanzar en regionalización también se requiere hacerlo con obras de real impacto, las que generan mejoras en la calidad de vida".