Un fenómeno que se debe detener
Recién comienza abril y en Iquique ya se han presentado varios incidentes en los establecimientos educacionales, lo que además de generar alerta en las comunidades educativas han derivado en la suspensión parcial de las clases.
La situación es de la máxima relevancia, toda vez que se trata de un fenómeno que parece ir en escalada y que ya el año pasado generó incluso un hecho de sangre, el que terminó por impactar a toda la comunidad tarapaqueña.
En el caso particular de la región, el ciberacoso y las amenazas a través de las plataformas digitales parecen ser los mecanismos más utilizados por los jóvenes para iniciar estos conflictos, sobre todo mediante la intimidación. Lo anterior, por ocurrir en un ambiente virtual, hace complejo su seguimiento, toda vez que quienes participan de estas acciones se ocultan en el anonimato que permiten las redes sociales.
No cabe duda que la violencia escolar también responde a otros fenómenos sociales, los que han sido empujados de alguna forma por el escenario de violencia que ha ido socavando las relaciones sociales, lo que se suma a la falta de comunicación y manejo de resolución de conflictos que derivaron de los extensos confinamientos provocados por la pandemia.
Cabe recordar que, en muchos aspectos, los niños y los jóvenes son el reflejo de las dinámicas que se dan entre los adultos, por lo que no basta solo con atender el problema, sino que también buscar y atacar sus causas, muchas de ellas en este caso, generadas al interior los grupos familiares.
Se necesita, entonces, una profunda coordinación entre la escuela y la familia, sobre todo porque las actuales situaciones de violencia no responden solo a eventos generados en los establecimientos, por tanto, traspasan la acción que puedan desarrollar docentes o directivos. Si bien es clave el acompañamiento en los establecimientos, también es relevante la colaboración de padres y apoderados.
Es urgente tomar medidas antes que de forma habitual los conflictos escolares comiencen a trasladarse al ámbito policial, lo que se contradice con el correcto proceso de socialización por lo que deben atravesar los alumnos, algo incluso más importante que el aprendizaje de contenidos.
"En muchos aspectos, los niños y los jóvenes son el reflejo de las dinámicas que se dan entre los adultos".