Dentro de las solicitudes realizadas al Gobierno por el alcalde de Iquique, Mauricio Soria, estuvo la intervención del centro de la capital regional, definiéndola así como una de las zonas donde se percibe mayormente la inseguridad.

Sin duda este es un espacio clave para generar un plan que permita dar mayor tranquilidad a los vecinos que cotidianamente se acercan a hacer trámites, comprar o trabajar. No obstante, en la actualidad el problema está afectando a muchos otros barrios.

Ejemplos sobran, como las inmediaciones a la Zona Franca, el sector Plaza Arica y Coliseo (Barrio Colombiano), inmediaciones del agro o de la feria itinerante, Bajo Molle y muchas zonas del sector sur donde abundan robos de autos y portonazos.

Iquique requiere una mayor intervención en seguridad, siendo el centro solo una de estas zonas; y si bien requiere un plan especial al ser una de las caras más visibles de la ciudad, se debe recordar que la mejora de este sector era parte del programa alcaldicio, no solo de esta gestión, sino también del periodo anterior, pero que en todos estos años no ha podido materializarse, ni siquiera en parte.

Calles en mal estado, mala iluminación, comercio ambulante, vehículos mal estacionados y personas en situación de calle son solo algunas de las problemáticas que debieran resolverse, pero no solo desde el punto de vista policial, sino que con proyectos de mejora de la infraestructura pública que no han podido llevarse a cabo, en parte con la excusa de la pandemia, pero también con falta de iniciativas que incluso pueden ser un aporte a la economía local con la generación de más empleos.

Si bien es importante que se exijan recursos a nivel central, mientras no seamos capaces como comuna y región de generar proyectos y ejecutarlos en los tiempos para los cuales se pensaron, difícilmente se pueda avanzar.

La desorganización local no se mejora con más recursos, sino con una coordinación y planificación adecuada, que permita ir cumpliendo metas a corto, mediano y largo plazo con proyectos que vayan más allá de intervenciones parche, de las cuales ya hay historia bastante larga. No se puede seguir esperando, se necesitan soluciones.

"La desorganización local no se mejora con más recursos, sino con una coordinación y planificación adecuada".

El Litio es el mineral del momento en la prensa nacional e internacional. Aunque lo importante es que este mineral no metálico sea la economía del futuro para la sociedad chilena. El presidente Gabriel Boric ha anunciado una política nacional del litio, la que ha generado diversas reacciones, especialmente entre políticos y empresarios.

En este escenario ha surgido la manida frase: "que no suceda lo del salitre". Esta frase no se relaciona con los problemas sociales que enfrentaron los trabajadores del nitrato, sino se refiere a la tributación o impuestos.

Tradicionalmente, a la economía salitrera se le presenta como ejemplo clásico de un "enclave económico", porque -supuestamente- los empresarios extranjeros habrían extraído los principales flujos financieros y dejado muy poco al país y, por añadidura, a la región productora. ¿Es cierta esa aseveración? Mi respuesta es definitivamente No. Alejandro Bertrand, el más destacado especialista de la época, afirmaba que desde 1883 y hasta 1919, "el fisco ha percibido el equivalente a un impuesto ad-valorem de 33%". Es decir, el Estado chileno percibía un tercio de las ventas del salitre, algo inimaginable en la actualidad, pues las empresas tributan sobre las utilidades y no sobre las ventas. Ese cambio de tributación surgió justamente con la crisis gatillada por el término de la Primera Guerra Mundial y la competencia del nitrato sintético. En ese periodo de 1883 hasta 1919 los derechos de exportación pagados por el salitre superaron los 130 millones de libras esterlinas de entonces, una cifra difícil de imaginar en moneda nacional actual. Por ello, podemos decir: ¡ojalá vuelva a suceder lo del salitre!

El problema, en rigor, fue el destino que el Estado nacional le dio a esos recursos: 1. El gasto fiscal y el gasto privado en ese periodo fue muy alto y concentrado, tanto territorialmente como en determinados grupos sociales. Aunque hubo algunas inversiones estratégicas muy relevantes, como la implementación de escuelas públicas en todo el país y la construcción del ferrocarril longitudinal, iniciativas del gobierno de José Manuel Balmaceda. 2. No se recompensaron a las regiones productoras de salitre, ni se estimularon otras inversiones. Permítanme una sugerencia para el caso del litio: no se trata de entregar dinero a las comunidades sino de invertir en infraestructura, en proyectos y en educación en todos sus niveles.

"El Estado chileno percibía un tercio de las ventas del salitre".

Sergio González Miranda, Premio Nacional de Historia 2014

En la medida que los teléfonos cumplen más acciones que antes debían hacerse a mano, los seres humanos están perdiendo la capacidad para hacerlos por cuenta propia, esto le pasa principalmente a las nuevas generaciones.

Cosas en común

A pocos días de la elección de los constitucionales se aprecia un amplio despliegue de los candidatos en las calles, aunque no es lo único en común, ya que pese a que son de distintas corrientes políticas, en su propaganda parece que ofrecieran los mismo.

Mano de gato

A un mes del Día de los Patrimonios sería bueno que se comenzara a realizar algunos arreglos al menos en las zonas típicas, que lucen bastante desmejoradas en la actualidad, lo que no quita que se puedan generar proyectos para mejoras más a largo plazo.