Definida como una emoción caracterizada por sentimientos de tensión, pensamientos angustiantes y cambios físicos, la ansiedad es una reacción normal y saludable que se activa ante una amenaza o un peligro.

Se trata de una emoción que todo el mundo ha experimentado en algún momento y que ayuda al organismo a prepararse para hacer alguna cosa importante. Es decir, aparece cuando se ha de actuar en una situación que demanda un esfuerzo intenso o sostenido, y sirve para activar y hacer frente a una amenaza o peligro que está ocurriendo en el presente o que puede pasar en el futuro.

No obstante, la ansiedad se convierte en trastorno de ansiedad cuando dicha reacción se activa en situaciones habitualmente no amenazantes ni peligrosas o de manera persistente, hasta el punto que interfiere de manera importante en la vida diaria.

Frente a ello, existen varios caminos para reducir el riesgo de sufrir trastornos de ansiedad. Algunas medidas para ayudar a moderar las emociones relacionadas con la ansiedad son: disminuir el consumo de cafeína, té, refrescos cola y chocolate; antes de automedicarse o usar algún tipo de hierbas medicinales, se debe consultar al médico para saber si contienen alguna sustancia química que pueda empeorar los síntomas de ansiedad; seguir una pauta alimenticia saludable; mantener un patrón de sueño regular; evitar el alcohol, el cannabis u otras drogas recreativas; realizar actividad física; y recrearse, cuidarse y tratarse con amabilidad.

Marcela de la Fuente,

psicóloga de Clínica Colonial

Los veleros que navegaban en la costa hacia Iquique estaban expuestos a los bruscos cambios del viento, quedando entregados a los vaivenes de las corrientes marinas que podían arrastrarlos a la orilla. En esa situación tenían que recurrir prontamente al servicio de un remolcador para finalmente entrarlo a la bahía con un subido valor, que fue rechazado dos veces por el capitán de un velero británico. Ese fue el caso del Samoa. Pudo salir de su apremiante situación, gracias a la esforzada labor de unas "chalupas" fleteras y con un costo muy bajo.

La ambición rompe el saco.

El Samoa procedía de Taltal, en su navegación rumbo a Iquique se le aproximó un remolcador para ese servicio, que el capitán no aceptó por la suma ofrecida; por lo que resolvió seguir el viaje solo.

En la noche calmó el viento, las corrientes marinas arrastraron al buque frente al establecimiento de los baños de La Gaviota. A una distancia de dos cables, menos de cuatrocientos metros.

En ese peligroso paraje el capitán del Samoa ordenó anclar a quince brazas, estimando esperar la mañana con la esperanza de tener brisas para llegar a destino.

Al día siguiente reapareció el remolcador, cuyo capitán aprovechando la riesgosa situación del velero británico, pidió la abusiva suma trescientas libras esterlinas, proposición que rechazó, pero aceptó el servicio de cuatro "chalupas" fleteras que remolcaron al Samoa al puerto, mediante el pago solamente de veinte libras esterlinas. Feliz el capitán anglosajón, contentos los fleteros, golpeada la Asociación de Remolcadores.

La ambición rompe el saco.

Mario Zolezzi Velásquez