La educación pública es como un libro de Gabriel García Márquez, "Crónicas de una muerte anunciada". En Copiapó estuvieron más de dos meses sin clases por diferentes motivos.

Para tener calidad en la educación, deben haber alumnos acordes, lo cual no existe, ya que seguidamente vemos en redes sociales alumnos peliando (hombres y mujeres), usando armas de todo tipo bajo los efectos del alcohol o drogas; agrediendo a profesores, asistentes de la educación, etc.

A nivel país varios docentes se encuentran con licencia médica o psiquiátrica, por estrés obviamente.

Nuestro Presidente que "gobierna", debería instruir bien a su ministro Sr. Cataldo para solucionar estás problemáticas... ¿Podrá? no esperemos milagros.

El ethos de este gobierno, liderado por Gabriel, Camila, Giorgio, era la educación, no han hecho absolutamente nada; gratuita y de calidad por favor, frase repetida por años se transforma en una vil e infame mentira, eslogan de campaña barata. Han desaparecido varios estudiantes y otros que van a clases, pero que poseen inasistencias.

Boris Cortez

Se acabó la cuota del compadrazgo, amiguismo y cuoteo, lo dijo nuestro Presidente en enero 2022, antes de asumir.

Era una obviedad que esa promesa no se cumpliría, otra mentira de varias. Estos últimos días han salido a la palestra varios casos de familiares, conocidos, de ministros, subsecretarios, casi 100 mil funcionarios nuevos, contratados en un abrir y cerrar de ojos.

Lo anterior siempre ha sucedido en gobiernos de turno, lo cual no es de sorprender.

Para qué decir a nivel nacional en Gores, delegaciones y las municipalidades, lugar donde hasta el encargado de abrir la puerta tiene ayudantes que tienen vínculos de amistad o consanguíneo, detectándose cuando hay suerte y una buena fiscalización, reales clanes, cofradías y mafias familiares.

Siempre existirán parlamentarios de doble cara que protejan a sus alcaldes o concejales de mismo color político, para que no sean descubiertos en fechorías o delitos, pero sí existirán personajes que investiguen a otras casas edilicias para despistar, "al que le quede el poncho le doy permiso a que se lo ponga".

El vil pituto no desaparecerá jamás amigos, llegó para quedarse.

Alberto Gallegos