Esta semana la Municipalidad de Iquique realizó el desalojo de un sitio eriazo en calle La Cantera, ubicado en la Población Carol Urzúa. El espacio fue utilizado como vivero y luego se instaló una plaza pública que quedó inhabilitada tras sufrir serios derrumbes durante el terremoto que afectó en 2014 a la ciudad.

Durante largos años los vecinos convivieron con una serie de incivilidades que se instalaron en el sector, causadas, principalmente, por personas en situación de calle, las que se apropiaron del espacio e instalaron ahí una serie de "rucos".

Pese a los continuos reclamos y denuncias vecinales, incluso publicadas en este Diario, la crítica situación se mantuvo durante mucho tiempo.

Este miércoles, personal del municipio, en coordinación con la Delegación Presidencial y Carabineros, realizaron un amplio operativo, donde además de desalojar a 13 personas retiraron más de 130 toneladas de basura y escombros.

Más allá del tiempo que pasó entre las denuncias de los vecinos y la materialización del operativo, es importante destacar la recuperación de este espacio, lo que sin duda mejorará la calidad de vida de cientos de familias del sector norte de Iquique. Sin embargo, es clave que también se implemente algún proyecto que permita que la problemática no se repita con el paso del tiempo.

Al igual que en La Cantera, existen otros espacios que actualmente sufren incivilidades ante la presencia de personas en situación de calle, quienes por lo general utilizan juegos infantiles y hasta el borde costero para pernoctar. Esto termina provocando focos de inseguridad e insalubridad: en definitiva, muchos lugares donde se invirtieron valiosos recursos hoy permanecen en desuso.

Cuando la sensación de inseguridad es una de las principales preocupaciones de la comunidad, la recuperación de estos recintos es una pieza clave para abordar el problema. En ese sentido, se requiere una acción más rápida y decidida de los servicios públicos, pero también vecinos más involucrados y activos con sus barrios.

"Es importante destacar la recuperación de este espacio, lo que sin duda mejorará la calidad de vida de cientos de familias del sector norte de Iquique".

Un 19 de noviembre de 1879 aconteció la batalla de Dolores o San Francisco en el contexto de la Guerra del Pacífico. En el archivo de Intendencia de Tarapacá se puede encontrar información de las visitas que realizaban en romería a ese lugar los estudiantes de los pueblos aledaños durante las primeras décadas del siglo pasado. En las primeras décadas del siglo actual esa buena práctica pedagógica ha desaparecido, al menos no regularmente. ¿Por qué abandonamos los sitios de memoria? No se trata, en este caso, de exacerbar el nacionalismo o construir apologías sobre héroes, sino de recordar con espíritu positivo el pasado, con sus virtudes y sus errores.

El piedemonte del cerro San Francisco fue escenario no solo de la batalla de Dolores, sino de también de un fragmento de la Historia del Salitre. Allí también trabajaron, vivieron e, incluso, murieron, trabajadores y sus familias antes de que, por motivos que ellos posiblemente ignoraban, los ejércitos de tres naciones hermanas colisionaran. Podríamos perfectamente imaginarnos la pisada la realizó un pampino o un soldado en la misma ladera del cerro San Francisco, en la Encañada del Rincón, en Tres Clavos o en la aguada de Dolores, porque todavía es posible encontrar vestigios de ambos sujetos históricos. No sabemos si una calichera cavada con posterioridad a la Guerra del Pacífico invadió el sitio de la batalla, o, que la batalla se desenvolvió en las calicheras ya cavadas de algunas de las oficinas aledañas como Porvenir, Unión, San Francisco, San Patricio, entre otras. Lo segundo es mucho más probable.

Considero que ese lugar debería transformarse en un museo in situ, para que resguarde la intersección -a escala de la microhistoria- entre la Guerra del Pacífico y el Ciclo del Salitre. Esa intersección tiene tanta importancia que, al menos, debería abarcar a todo un cantón salitrero. "Sal de Obispo" que era el nombre que tenía hacia 1879 (además contiene un bello salar donde se asentaron las oficinas salitreras). Este cantón fue uno de los más tempranos de la minería salitrera y conserva todavía algunos sitios emblemáticos de la historia del nitrato, como fue la oficina salitrera Carolina, una de las primeras máquinas de vapor instaladas por el industrial de origen inglés George Smith. Al recorrer ese cantón, con un guion museográfico, podríamos recordar a los primeros salitreros tarapaqueños que catearon y trabajaron ese sector, entre otros, a Pedro y Evaristo Bráñez, Mariano Zambrano, José Basilio Carpio, Norberta Asturrízaga, los afamados Gutiérrez de la Fuente, los hermanos Ossio del valle de Camiña y la familia Vernal del valle de Tarapacá. Conseguir para nuestra región un Museo in situ de la intersección entre la Guerra del Pacífico y la Minería del Salitre será la nueva "batalla de Dolores".

"Considero que ese lugar debería transformarse en un museo in situ".

Sergio González Miranda

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