La constitución de un país es su carta fundamental, en la cual encuadra todo el resto de su legislación y ordenamiento. Le da su organización y estructura, las que cada cierto tiempo se revisan, se actualizan o se derogan.
En la historia de Chile ya han existido 10 textos. Hay otros países como USA que solo ha tenido una en su historia, y que se han enmendado según las necesidades en forma exitosa.
La idea de evolución es muy buena y este gobierno tiene la porfiada convicción en crear una nueva constitución. Sin embargo, lo peligroso está en la posibilidad de instaurar en el consiente colectivo la idea de que una nueva constitución nos va a cambiar la vida: que habrá más y mejores trabajos, no más delincuencia, que la educación será gratuita, acabará la corrupción, o que habrá más hospitales, etc., etc. Lo cierto es que no hay magia. La Constitución es como una partitura de Mozart, si soy mal músico, va a sonar mal igual.
Lo cierto es que al generar este tipo de "cambios estructurales" anunciados por el gobierno, requiere de mucho tiempo y trabajo, además de amplios consensos que hoy no existen, lo que constituye un gran riesgo. Esto ha generado un clima de incertidumbre que es posible sentir en aspectos económicos como la inversión nacional y extranjera. Si algo ha sido meritorio en nuestro país para la inversión, ha sido su estabilidad jurídica.
La pregunta es: ¿cuál es la razón para borrar 35 años de estabilidad jurídica por una apuesta con objetivos inciertos? Además, hay muy poca conexión de la gente con este proceso -38% Cadem- lo que es preocupante, así como la casi nula participación del empresariado, lo que pone en riesgo que finalmente termine siendo solo ideológica, construida entre 4 paredes y/o redactada por ciertos partidos. ¡Hay temas mucho más urgentes para Chile!
Amigos, la nueva constitución no necesariamente les va a asegurar una mejor calidad de vida; si lo único que cambiará es la forma en que nuestras instituciones y autoridades manejen nuestros destinos. Y si, no puede ser el único fundamento para su cambio "haber nacido en dictadura", ya que se han tenido más de 25 años para modificarla, lo que ya se ha hecho y que se puede seguir haciendo. No podemos transformarnos en otro modelo latinoamericano fracasado.
"La Constitución es como una partitura de Mozart, si soy mal músico, va a sonar mal igual".
Leopoldo Bailac,, presidente Asociación de Industriales de Iquique