Higiene bucal

Muchas personas se preguntan cuál será la mejor manera de llevar a cabo una adecuada rutina de higiene oral. La publicidad que se difunde en los medios de comunicación confunde al mostrar diversos productos con características diferentes, por lo que surgen muchas dudas: ¿Qué pasta dental es la mejor? ¿Debo utilizar enjuague bucal? ¿Es realmente necesario utilizar seda dental? ¿Podré reemplazar el uso de seda por enjuague bucal?

La respuesta es que la seda dental es un elemento de higiene dental imprescindible, incluso más importante que el uso de pasta dental. Se ha demostrado que la mejor manera de controlar el biofilm o placa dental es desorganizándolo, evitando así que las bacterias vivan y se reproduzcan sobre nuestros dientes. La forma de lograr esto es a través de un barrido mecánico. ¿Qué quiere decir eso? A través del cepillado y el uso de seda dental.

La mayoría de las lesiones cariosas se presentan entre los dientes, zonas donde las cerdas de los cepillos no pueden ingresar. Es aquí donde la seda dental juega un rol fundamental. A través del barrido mecánico que hacemos al utilizarla, evitamos la acumulación de bacterias y alimentos y disminuimos la probabilidad de padecer caries. Si bien los enjuagues eliminan de una manera química algunas bacterias orales, no son tan eficaces en la desorganización de la placa bacteriana como la seda dental. Sin embargo, esto no quiere decir que los enjuagues bucales no sirvan, ya que efectivamente disminuyen la probabilidad de padecer caries o enfermedades en las encías y muchas veces los dentistas los indicamos en tratamientos específicos odontológicos.

Mi recomendación es utilizar seda dental previo al cepillado y luego limpiar los dientes con un cepillo de cerdas suaves y rectas, barriendo desde la encía hacia la cara oclusal, ocho veces por cada diente. Repetir este procedimiento tres veces al día o, mejor aún, después de cada comida. Si desea, puede utilizar luego un enjuague bucal, pero lo importante es no olvidar los primeros dos pasos de esta rutina de higiene dental.

Por último, en relación a la pasta dental, sugiero utilizarla de acuerdo a las necesidades de cada uno. Por ejemplo, si sufre de caries recurrentes, prefiera dentríficos con alto contenido de flúor. En cambio, si se padece de sensibilidad dentaria, es preferible las pastas que se definen hechas para ese propósito.

"la seda dental es un elemento de higiene dental imprescindible, incluso más que la pasta dental".

Catalina Ogalde, Odontóloga y académica

Sabrá la mayoría de las y los lectores, que por estos días nos encontramos en un proceso que es histórico. Si bien las voces que abogaron en el pasado por un cambio a la constitución no fueron pocas, el estallido social que ya casi cumple un año vino a darle una real posibilidad a repensar la forma en la cual queremos vivir.

Es por ello, que una de las voces "expertas" en estos días, ha sido la de aquellas personas que nos hemos dedicado al estudio del derecho constitucional, donde hemos tenido más de una charla con nuestro círculo cercano de amigas y amigos, con estudiantes y colegas sobre el contexto en el cual estamos viviendo entorno a nuestra carta fundamental. Así, quisiera advertir a las y los lectores que no existe una lectura única ni mucho menos simplista del problema constitucional que nos aqueja, pues un cambio constitucional el día de mañana, no hará de manera instantánea que seamos un país como el que anhelan tantas y tantos en esta propaganda masiva.

Sin embargo, no quiero decir con esto que sean inútiles las explicaciones en términos adecuados y cercanos, para que toda la ciudadanía entienda que las reglas que nos damos en una sociedad política SI importan e influyen en la forma en que vivimos y por lo mismo no hay lugar a dudas que si hay algo que nos ha faltado en dos siglos de historia institucional, es una mayor profundización de espacios democráticos de diálogo y deliberación. A este primer problema, es al cual atribuyo la primera "cara" de este derecho constitucional, y por ello es que, en este primer aire de la discusión, prácticamente todas y todos quienes nos dedicamos al estudio del fenómeno constitucional estaremos corriendo en la misma vereda de la consolidación de los espacios democráticos no sólo a nivel país, sino también a nivel local incluso en cabildos y juntas de vecinos.

Por otro lado, nuestro compromiso con el estudio de un comportamiento social de frente a un marco institucional, -como denominamos comúnmente al constitucionalismo, por contraposición al término constitución- nos obliga a distinguir un segundo aire que deberemos asumir en un futuro mediato. Como bien recordarán ustedes, han sido también grandes mayorías quienes en el pasado y sin ningún tipo de contrapeso, han tomado decisiones que la historia ha lamentado profundamente: Alemania y sus problemas, la URSS y sus problemas e incluso Chile con la llamada Ley Maldita o de defensa permanente de la democracia que prohibió legalmente a determinados sectores políticos y los condenó a la clandestinidad. Es ahí donde las y los constitucionalistas debemos mostrar una segunda cara, la que no hace otra cosa que levantar las banderas de alarma, de lo que diría Dworkin son las cartas de triunfo del progreso social, como son los DDHH y que está demostrado que pueden ser vulnerados no sólo por el Estado con su aparataje, sino que también por mayorías dentro y fuera de órganos públicos, que sientan que están en lo correcto y que por lo general no escuchan ni respetan a quienes piensen distinto.

Probablemente en nuestra discusión actual sólo nos cuentan de la primera cara de este derecho constitucional, en un país como el nuestro donde existe una denominada "erosión democrática". No obstante ello creo, que la ciudadanía tiene derecho a saber que existe una segunda cara del estudio constitucional, donde las y los estudiosos a nivel mundial están de acuerdo en que la democracia no puede correr sola en la discusión pública, sino que puede atrofiarse y perderse en una demagogia si es que no la vinculamos con una cultura del respeto por los Derechos Humanos, que no es otra cosa que la garantía del cumplimiento de ese estándar político, cultural y social que llamamos "Estado de Derecho".

Javier Leiva A.

Académico y Profesor de Derecho Constitucional Unap