Robo de vehículos sin solución
El robo de vehículos es un delito que preocupa a los vecinos, sobre todo en una región como Tarapacá donde las cifras dan cuentan de una situación compleja y que ha experimentado un explosivo aumento durante los últimos meses.
Varias pueden ser las explicaciones para esta significativa alza, entre ellas podría considerarse el crecimiento del parque automotor tras la crisis sanitaria del coronavirus, el uso que le dan las bandas ilícitas para cometer otros delitos y hasta la escasez y el alto costo de piezas o repuestos, lo que sin duda se ha transformado en un lucrativo negocio para estos grupos.
En lo local también se suman las características geográficas de la zona y su extensa frontera con Bolivia, país donde termina una buena parte de los móviles sustraídos, incluso desde otras ciudades del país.
Según Carabineros, el 2021 a nivel nacional se registraron 5.103 delitos violentos de robo de vehículos: se denunciaron 2.863 "encerronas" y 2.240 "portonazos".
Además, cifras dadas a conocer por la Asociación de Aseguradoras indican que hasta mayo de este año ya se contabilizaban 6.766 autos robados, es decir, el problema sigue sin una solución real, es más, parece ir de mal en peor.
Lamentablemente, a nivel regional la situación es incluso más compleja, toda vez que el informe de la policía uniformada indica que hasta los primeros días de agosto de 2021 se registraban 94 casos de robos violentos de vehículos y este año la cifra ya se disparó a 426.
No cabe duda, entonces, que este escenario representa un difícil problema para el Gobierno y para las instituciones ligadas a la seguridad pública. En ese contexto, el Ministerio del Interior incluyó en su plan de seguridad para el país un capítulo enfocado en la prevención del robo de vehículos. Sin embargo, esto parece no ser suficiente y se evidencia la urgente necesidad de implementar medidas más rápidas y concretas, sobre todo cuando en varios de estos ilícitos se están utilizando armas de fuego y ya se han registrado víctimas con lesiones graves.
Los diagnósticos y las mesas deben agilizarse, ya que la población está con un alto temor y, lo peor, claramente en riesgo.
"Se evidencia la urgente necesidad de implementar medidas más rápidas y concretas".