El 8 de junio, celebramos el Día Mundial de los Océanos, fecha que nos invitó a reflexionar sobre la importancia de estos para nuestro planeta y, en particular, para Chile, un país privilegiado con una extensa costa y un abundante ecosistema marino.

Con más de 4.300 kilómetros de costa y una Zona Económica Exclusiva de aproximadamente 3,5 millones de kilómetros cuadrados, el mar chileno constituye un elemento fundamental, brindándonos innumerables oportunidades de desarrollo, por el cual se transporta más del 95% del comercio exterior nacional, siendo asimismo una importante fuente de actividad pesquera y acuícola del país.

El cuidado de los océanos constituye una necesidad vital, dado que alberga gran parte de la biodiversidad del planeta, convirtiéndolo en un vector principal de la regulación de los fenómenos climáticos.

Nuestro país, hoy cuenta con más del 40% de su Zona Económica Exclusiva protegida, áreas que son delimitadas y definidas geográficamente, cuya administración y regulación permiten alcanzar objetivos específicos de conservación.

En concordancia con lo anterior, durante marzo de este año, se anunció la importante creación del Área Marina Costera Protegida de Múltiples Usos denominada "Mar de Pisagua", que abarca más de 73.500 hectáreas y que está destinada a la conservación de la biodiversidad, la protección de especies marinas en peligro, a incentivar la investigación y realización de actividades tradicionales, comerciales y recreativas de manera sustentable, lo cual representa un desafío permanente para su preservación, siendo la mas grande creada en el norte de Chile.

Es en este contexto y en su constante preocupación por el medio ambiente acuático, la Cuarta Zona Naval, a través de los servidores navales pertenecientes a las distintas reparticiones y unidades desde Arica al sur de Taltal, trabaja permanentemente para contribuir a la protección de la soberanía de nuestro océano y al resguardo del ecosistema marino, fieles al compromiso de servicio por Chile.

"El cuidado de los océanos constituye una necesidad vital, dado que alberga gran parte de la biodiversidad del planeta"

Contraalmirante Claudio Maldonado, comandante en Jefe de la Cuarta Zona Naval

El cardenal Raúl Silva Henríquez, jubiló a los 75 años (1982). En su Testamento Espiritual, manifiesta: "Mi palabra es una palabra de amor. He buscado a lo largo de mi vida amar entrañablemente a mi Señor. A él conocí desde niño. De él me entusiasmé siendo joven. Si tengo una invitación y un ruego que hacer con vehemencia es precisamente este: que amen al Señor. Que conozcan su palabra. Que lo sirvan en los pobres".

El padre Mariano Puga visitó a don Raúl el 9 julio de 1994. Sobre los trabajos realizados le expresó: "Sí con la ayuda de Dios hemos trabajado por los pobres, los pobres son muy agradecidos y me quieren mucho". El padre Puga al despedirse le dice ¿Qué desea usted de mí?. El cardenal le responde: "Que vengas a verme y me cuentes lo que sucede en distintos lugares. También yo les puedo decir alguna cosa. Así me siento vivir aún en este mundo".

El 24 diciembre 1994 una persona al visitarlo le expone: "Señor cardenal, soy Andrés Padilla, a quien usted sacó de la cárcel en 1973. Le traigo un regalo para sus niños de la Aldea S.O.S., camisetas de fútbol y balones. Sé el amor que usted le tiene a esos niños abandonados y pobres". El cardenal le sonríe y lo bendice.

Derico Cofré Catril

Donde se inicia el Parque Balmaceda y mirando a la playa La Gaviota se encontraba el Chalet Suizo, afamado establecimiento en el giro de hotel con restaurante, el que tuvo una existencia de tres décadas, con años de auge y decadencia. Perteneció al comerciante suizo, pero de origen italiano, Casimiro Balmelli. Al no renovarse la concesión de terreno de playa, se procedió al desarme del Chalet Suizo en tiempo de la Segunda Guerra Mundial.

La concesión otorgada al señor Balmelli trajo oposición, pues se estimó que como se proyectaba el edificio en esa parte costera, desde la calle Baquedano se tapaba la vista marina. Hoy sería el caso de contaminación visual. En vista de esa situación, se movió su emplazamiento una cantidad de metros suficientes para terminar con esa oposición.

El Chalet Suizo tuvo gran prestigio, por ser un establecimiento preferido de la sociedad iquiqueña, al ser escenario de manifestaciones sociales. Estaban las fiestas del Carnaval, Año Nuevo y muchas celebraciones del Iquique salitrero con sus años felices y de infortunio. Su historia se vio ensombrecida con el atentado "arturista" contra un periodista de un diario partidario de la candidatura senatorial de Arturo Alessandri, que se enfrentaba al senador Arturo del Río, que postulaba a la reelección. El diarista falleció cuando hacía escasos meses que había estallado la Primera Guerra.

Los señores Clementi y Maiocchi, arrendatarios del Chalet Suizo, lo ampliaron con los baños de La Gaviota, uniendo ambos establecimientos, ofreciendo más servicios a los iquiqueños y visitas.

Además, tenían el Hotel Phoenix.

Con el correr del tiempo se fueron el auge de gran actividad. Iquique seguía viviendo del salitre, con menos oficinas cada vez.

Los iquiqueños soñaban con otras iniciativas para reactivar el movimiento comercial. Así llegó el término de actividades del Chalet Suizo en 1941, cuya memoria rescató del olvido con estas pocos párrafos.

Mario Zolezzi Velásquez