"El riesgo es una Constitución de peor calidad o de mayor vaguedad que la que tenemos"
El abogado escribió una edición histórica con la "trazabilidad y origen" de la Carta Fundamental chilena. "Dependiendo de si son buenas o malas, las constituciones pueden ser una vacuna o un virus para una nación", dice.
Patricio Tapia
A una semana del plebiscito que decidirá si se aprueba o rechaza una nueva Constitución para el país, Jaime Arancibia podría sostener que rara vez las constituciones son totalmente nuevas. Esto es cierto de manera particularmente precisa en el caso chileno, según asegura él en su libro que rastrea en el origen e itinerario de cada uno de los artículos vigentes de la Carta Fundamental vigente en nuestro país. Algunos de esos artículos, o partes de ellos, se remontan a los comienzos republicanos de Chile.
"Constitución política de la República de Chile. Edición Histórica" (coedición de El Mercurio y Universidad de los Andes), es el nombre de la investigación de Jaime Arancibia, cuyo subtítulo aclara: "Origen y trazabilidad de sus normas desde 1812 hasta hoy". Disponible físicamente en librerías, también está descargable en formato electrónico en la página web de la Universidad de los Andes.
Arancibia, abogado, director del Departamento de Derecho Público y profesor de Derecho Administrativo y Constitucional en la Universidad de los Andes, plantea una historia normativa de las fuentes de la Constitución, distinguiendo el texto según cuatro períodos de su procedencia: 1812-1925, 1925-1973, 1973-1989, 1989-2020. En este último se comprenden las modificaciones desde 1989, cuando gobierno y oposición pactaron reformas y se incluye la llevada a cabo por el gobierno de Ricardo Lagos en 2005. Cada frase o expresión del texto tiene un color distinto según el período en que apareció por primera vez en una Constitución.
-Distingue usted cuatro períodos muy precisos...
-Esa distinción obedece, principalmente, a la vigencia de las grandes reformas de la Constitución chilena desde 1833, pasando por las de 1925, 1980, y por las posteriores a 1989.
-¿Cómo hay que interpretar que algunos períodos sean muy largos, más de 100 años, y otros breves, 16 años (1973-1989)? ¿Se relacionan con la estabilidad del país?
-Pienso que sí. Portales logró captar la esencia de la comunidad política chilena en la Constitución de 1833, permitiendo una estabilidad institucional inusitada en Latinoamérica. Sin embargo, la Constitución aún requería reformas que permitieran contener de mejor modo nuestras inclinaciones antidemocráticas, populistas o ideológicas. A veces la tardanza en introducirlas provocó crisis, unas más espaciadas que otras en el tiempo. Me parece que varias de ellas tienen que ver con la relación de los partidos políticos con sus parlamentarios y con el Presidente de la República.
-¿Todos los períodos son igualmente importantes en lo que tenemos hoy o hay algunos más importantes que otros en cuanto a lo que aportan a la Constitución actual?
-Diría que cada período ha hecho contribuciones trascendentes al texto actual. El siglo XIX aportó los elementos estructurales de nuestra comunidad política (Estado, unitario, democrático, presidencial, bicameralismo, separación de poderes) y los derechos fundamentales de primera generación (libertades clásicas). El siglo XX fortaleció los instrumentos de control del Estado (Contraloría, Tribunal Constitucional, Banco Central, imperio de los tribunales, recurso de protección) e incorporó los derechos sociales. El constituyente del siglo XXI avanzó en el compromiso con los tratados internacionales, la creación del Ministerio Público y la descentralización y democratización de los poderes regionales y comunales, entre otros aportes.
-Que cada período se muestre con distintos colores es muy gráfico en el texto sobre la mixtura constitucional. Casi todos los artículos son multicolores.
-Así es, y eso demuestra que nuestra Constitución ha sido forjada a fuego lento, durante siglos, capa por capa. Cada experiencia histórica obliga a perfeccionar lo que había mediante reformas parciales, manteniendo lo que funciona. Como diría Ítalo Calvino: "Ser sin dejar de devenir, devenir sin dejar de ser". Una misma norma con distintos colores equivale a una pintura antigua que ha sido retocada por pinceles de distintas épocas para no perder su frescura, intensidad y brillo con el paso del tiempo.
-Busca la "trazabilidad" de las normas, ocupando el término epidemiológico que la pandemia ha incorporado a nuestro vocabulario. ¿Las Constituciones son como un virus?
-Dado que el estudio fue hecho antes de la pandemia, es anecdótico que varios colegas me sugirieron no usar la palabra "trazabilidad" en el texto, porque era poco conocida. A estas alturas ya no hay dudas de lo que quería decir con esa palabra: buscar el origen de cada norma de nuestra Carta fundamental. Yendo a su pregunta, dependiendo de si son buenas o malas, las constituciones pueden ser una vacuna o un virus para una nación.
"Las constituciones pueden ser una vacuna o un virus para una nación
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