Estamos en un escenario mundial hiperconectado y dinámico. La pandemia, la guerra entre Rusia y Ucrania y todo hecho que sucede en cualquier parte del planeta, tiene un impacto en todas las dimensiones de nuestra sociedad global. Es un panorama cambiante e incierto, en el que - con mayor razón - la planificación del puerto basada en datos, y fortalecer la capacidad de adaptación son condiciones imprescindibles. Es un equilibrio complejo, pero necesario para estos tiempos.

Con la mirada en los datos, durante 2021, la carga total del puerto creció un 17% respecto a 2020, recuperándose a niveles cercanos a los del 2019. Es importante indicar que la carga en tránsito a Bolivia, representa un 27% del total de la carga transferida en 2021. Asimismo, esta carga, creció en un 786% en los últimos 10 años.

En tanto, desde la visión estratégica construida y ajustada a lo largo de los años; la ubicación, la distancia y en conclusión la conectividad privilegiada para la macro región andina con los principales mercados del Asia Pacífico, hacen de Iquique un puerto clave.

Durante años hemos trabajado en mejorar las condiciones logístico-portuarias para el vecino país y el aumento sostenido de la carga transferida es una prueba que las gestiones han rendido frutos.

En un esfuerzo público-privado, de toda la cadena comercial, hemos avanzado en la modernización de nuestro puerto y en consecuencia, en entregar un mejor servicio. Sobre esa base, el puerto de Iquique ha sabido proyectar y además adaptarse rápidamente, por ejemplo, frente al Covid-19. La continuidad de su operación portuaria y logística durante la crisis sanitaria más grande del último tiempo, ha permitido mantener el abastecimiento y a la vez, ha convertido este desafío, en una oportunidad, posicionando a Iquique como una opción confiable para importaciones y exportaciones bolivianas.

Continuamos en un contexto variable, de mucha incertidumbre y hoy más que nunca, es importante estar atentos, seguir avanzando y examinando los proyectos que como empresa del Estado hemos trabajado durante años. En síntesis; medir para mejorar, flexibilidad para adaptarse y objetivos claros para facilitar la logística regional contribuyendo así al bien común de la región y del país.

"Durante años hemos trabajado en mejorar las condiciones logístico-portuarias para el vecino país".

Andrea Fuchsloch,, presidenta Puerto de Iquique

Desde que se han flexibilizado algunas medidas sanitarias y aumentado la cantidad de vehículos, se puede observar, en nuestra ciudad de Iquique, cómo ha proliferado sustancialmente la contaminación acústica en nuestras calles y muy especialmente en la calle Arturo Prat, específicamente en las zonas Playa Brava y Cavancha.

Estas zonas por ser, eminentemente residenciales, turísticas y las únicas vías de norte a sur y a la inversa, son las más ruidosas, especialmente por vehículos pesados tanto en horario diurno como en horario nocturno y por consiguiente, más propensas a producir en sus habitantes los más grandes daños al sistema auditivo como el trauma acústico o la hipoacusia. Además, los estridentes bocinazos, las altas velocidades, los escapes libres y en general la falta de consideración y respeto de los conductores nocturnos, causan efectos en el sistema cardiovascular con alteraciones del ritmo cardiaco, riesgo coronario e hipertensión arterial y otras afecciones como el estrés, tendencia a actitudes agresivas, falta de concentración y alteración del sueño.

Según la OMS, 55 decibeles (dB) es el nivel de ruido que el oído humano puede tolerar sin alterar su salud. Sin embargo, las motocicletas producen un promedio de 95 dB y los vehículos pesados a velocidad extrema con bocinazos estridentes producen 100dB, los cuales en horario nocturno, se hacen más peligrosos y dañinos.

Las municipalidades en Chile poseen la facultad para regular por medio de ordenanzas, los ruidos molestos producidos en sus respectivas comunas. Estas normas deberían también incorporar en forma explícita los ruidos, que mayormente producen los vehículos pesados en horario nocturno, mediante la restricción de las altas velocidades y sus correspondientes penalizaciones. Exigencias que deberían estar colocadas en grandes carteles a la entrada de las zonas ya mencionadas a fin de tratar la disminución de la contaminación acústica que afecta notablemente la salud pública de los habitantes.

Nelly Williams Aguirre

Por primera vez en su historia, Chile concurre como demandante a la Corte Internacional de Justicia de La Haya en contra de su vecino país Bolivia, con el objetivo de aclarar la naturaleza jurídica de las aguas del río Silala. Tradicionalmente, nuestro país había participado en esta instancia jurisdiccional internacional en el rol de demandado, llevado tanto por Perú como por Bolivia.

Lo que se debate en estos días en La Haya, es la naturaleza de un curso de agua que nace en el altiplano boliviano y que escurre hacia territorio chileno, conocido como Silala o Siloli. Una de las particularidades de este caso es que el debate se centra en aspectos más bien técnicos-científicos que jurídicos y que tienen que ver con las circunstancias en que el agua se desplaza desde las alturas bolivianas hacia los valles chilenos, antecedentes que han quedado registrados a través de derechos de aprovechamiento en uno y otro lado de la frontera desde hace más de cien años.

El pronunciamiento de la Corte de La Haya generará un precedente fundamental para resolver muchas situaciones pendientes en todo el mundo, sobre el tratamiento que debe darse a los cursos de agua compartidas trasnacionalmente, especialmente la aplicación de la Convención de Naciones Unidas sobre el derecho de los usos de los cursos de agua internacionales para fines distintos de la navegación, cuyo principio fundamental es el uso equitativo y razonable por todos los Estados concernidos.

Carmen Gloria Pérez,

académica de la Carrera de Derecho UDLA Sede Viña del Mar